.Martina
Los sonidos se escuchan lejos, quiero moverme, quiero ver, pero mi cuerpo no me lo permite.
Logro reconocer los sollozos de mi novio, pero aun así no encuentro las fuerzas para levantarme.
—Por favor, mi amor, despierta
Eso intento sebas, eso hago, quiero decirle, pero no puedo.
Siento su toque en mi mano, escucho todo, tengo sed, pero no puedo pedirle agua.
Incluso siento la fuerte luz blanca sobre mis ojos.
—Su estado mejora poco a poco, señor
No sé quién sea, pero al parecer es un médico, me siento algo perdida, no sé si es de día o de noche, ni cuánto tiempo ha pasado.
Sin embargo horas después algo me trae a la realidad, no, no es Sebastián, ni tampoco un médico, son los sollozos de una pequeña, Isa.
—Por favor, mamá, no me dejes.
Un calor en el pecho me hace abrir los ojos de golpe, jamás me había despertado tan rápido
Mi vista se fija en la niña que acaba de llamarme mamá y que sostiene mi mano con fuerza, como si fuese a desaparecer.
Intento hablar pero no puedo, estoy segura de que si tuviese fuerzas estaría llorando.
Un fuerte dolor en las costillas me atraviesa y tengo que recostarme.
—¿Mamá, estás bien?
—Hola.
Noto como los ojos de la pequeña brillan y corre hacía lo que parece ser un sofá y mi vista se posa en Sebastián.
—¡papá, papá, tini despertó!
Mi cabeza duele, muchas cosas pasaron rápido, el accidente, isa diciéndome mamá, hay muchos gritos en la sala y ahora tengo a Sebastián sujetando mi mano y juro que me la quebrará.
—me quebrarás otros huesos si sigues así.
Veo como entre lágrimas sonríe y se acerca a besar mi frente.
Pero mi cabeza solo tiene la palabra mamá en ella, jamás pensé que esa niña me quería tanto como para llamarme así.
Resumiendo, pasa una hora completa, llena de doctores y enfermeras que me hacen diferentes chequeos y preguntas.
Cuando nos quedamos los tres solos nuevamente decido hablar.
—Isa, ven aquí.
La pequeña estaba sentada en el sofá y sonrió cuando se acerca.
—Como puedo tomo su rostro en mis manos y sonrió.
¿Puedes decirme como antes?
Veo que duda, pero cuando entiende lo que digo sonríe.
—Mamá.
Esa simple palabra con un gran significado hace que olvide todo dolor sobre mi cuerpo y la pegue a mi pecho abrazándola, incluyo a Sebastián en ese abrazo y luego me separo con cuidado.
—Los amo tanto.
Sebas toma mi mano nuevamente y decide hablar.
—pensé que te perdía, por favor no me asustes más así........
Allá tu, espero y dejen sus amenazas jajaja mentiritas
L@s quiero
Disfruten este capítulo.
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Dulce Amor_By:Bianca Ibañes
RomansaMartina comenzó su carrera para maestra de primaria cuando tenía 17 años y ahora a sus 23 años ejerce como maestra en una escuela de la gran ciudad de Buenos Aires. a lo largo de su vida no había tenido más que dos novio, prefería concentrarse en su...