|C a p í t u l o 20|

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Esa noche no durmió, aquel encuentro con su amigo lo había dejado pensando en cada una de las palabras dichas por él, mas aún, la actitud de McFadden lo hacía irreconocible. Nunca había tenido aquel comportamiento y si, era alguien temperamental y con personalidad explosiva, pero nada como para llegar a comportarse de una forma casi psicópata. Aquella palabra era demasiado fuerte como para describir a su amigo, pero sus actitudes lo llevan a pensar en aquello.

Byrne cerró sus ojos por un momento y tomó su cabeza con ambas manos, no quería perder a su amigo, Steven era su único apoyo y familia que le quedaba. Con tan solo pensar en la posibilidad de volver a quedar solo, lo aterraba.

Abrió los ojos y bebió de su café, por un momento había olvidado que se encontraba en el Hospital, en su momento de «descanso». Observó a su alrededor y la cafetería se encontraba prácticamente vacía, lo cual era agradable. Fijó su mirada su reloj, y decidió que lo mejor sería volver a su lugar de trabajo. Bebió un último sorbo de su café y lo arrojó a la basura para luego salir del lugar. Caminó con sus manos en los bolsillos de su pantalón y su mirada gacha, la situación de Steven seguía preocupándolo; levantó su mirada y la fijó en una de las esquinas del corredor por donde caminaba, por un momento tuvo una extraña sensación.

—Doctor Byrne—Harry Collins se acercaba por el lado opuesto al que observaba. —Por fin lo encuentro—decía el chico con voz animada.

—¿Qué sucede? —Adam se acercó a su residente y se cruzó de brazos.

—Es sobre el paciente que intervino hace algunos días...

Adam observó a su alumno con el ceño ligeramente fruncido a la vez que hacía un ademán para que prosiguiera.

—Tiene fiebre y dolor en el área en donde se realizó la intervención—comenzaron a caminar—. Se le suministro los medicamentos que usted ordenó, pero aun así no mejora.

—¿Hace cuánto tiempo esta así? —preguntó caminando a paso apresurado. El chico observó a Adam con nerviosismo mordiéndose el labio inferior—. Responda a mi pregunta, señor Collins.

—Media hora doctor Byrne—respondió rápidamente.

Adam lo observó incrédulo, no podía creer que hubieran esperado media hora para decírselo ¡Era su paciente, su responsabilidad! El rubio sintió como poco a poco sus mejillas comenzaban a arderle y su mirada cada vez se endurecía más. Observó a su alumno quién le devolvió una mirada nerviosa e inquietante, para segundos después observar al suelo avergonzado.

Al llegar a la habitación en donde se encontraba el paciente, Adam entro seguido de una enfermera, quién cerró la puerta dejando a Collins de pie fuera de la habitación.

[2° Libro]Love is a drug-Los Fantasmas VuelvenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora