|C a p í t u l o 2|

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Desde que había salido de aquel lugar, todo le parecía extraño, como si fuera algo nuevo para él. Ahora sabia en primera persona lo que sentía un recluso después de haber estado años privado de libertad, solo que él permaneció cuatro meses. Cuatro largos meses, en donde muchas cosas habían sucedido en su ausencia y una de esas, era que ya no viviría solo y para que eso ocurriera, Louis McFadden se había asegurado en poner el hogar de Steven en arriendo, lo que no le costó demasiado, siendo comisario de Scotland Yard y teniendo los contactos precisos.

—Vivirás conmigo —dijo su padre mientras conducía y lo observaba por el espejo retrovisor.

—No comprendo. ¡papá, soy un hombre adulto de treinta y tres años! —exclamó Steven con el ceño fruncido —Se vivir solo. Ya e vivido solo, por si no lo recuerdas. Además, tengo mi propio hogar. —agregó.

—No se trata de saber o no, Steven. Se trata de que tu psiquiatra y psicólogo lo que más me pidieron es que no vivas solo. Aun estas en tratamiento —le recordó. —Y lo de tu hogar...Ya hablaremos de eso.

—¿Qué hiciste, padre? —preguntó con los dientes apretados sin apartar su mirada hacia el espejo retrovisor. El señor McFadden lo observó por un momento, para luego apartar su mirada de Steven.

—Lo puse en una corredora para rentarlo. —respondió de forma tranquila a la vez que doblaba por una calle.

—¿Qué hiciste qué? —inquirió anonadado Steven. Al momento que pudo reaccionar, golpeo de forma violenta el asiento de copiloto.

—¡Cuidado Steven! —le advirtió su padre con mirada de advertencia. —Ya te lo dije, no puedes vivir solo, si lo hicieras, sería un riesgo.

—¿Riesgo? —rió con ironía—Hasta donde sé, no tuve intento de suicidio ni nada que atente contra mi vida. —le reprochó.

—Tú lo has dicho, nada que atente contra tu vida, pero si con los demás. Ese es el riesgo —respondió seriamente su padre. —o dime, ¿Acaso con esos golpes querías solo asustar a Samantha?

—Ya te lo he dicho...Nunca quise matarla. —arrugó el ceño y se cruzó de brazos.

—Pero si no fuera porque ella supo cubrirse la cabeza, a lo mejor estaríamos hablando de otra historia. Te conozco Steven, más de lo que tu piensas. Sé que cuando golpeas, te descontrolas.

Adam quien iba en el asiento trasero junto a Steven, suspiró. Trató de tranquilizar a su amigo, pero McFadden solo lo observó con semblante endurecido. Byrne se dio cuenta que no quería el consuelo de nadie en ese momento.

—¿Te he comentado que este año llegan nuevos residentes? —inquirió Adam tratando de amenizar el ambiente.

—Como todos los años, Byrne —respondió desanimado Steven, observando por la ventana.

[2° Libro]Love is a drug-Los Fantasmas VuelvenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora