|C A P Í T U L O 5|

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Adam terminó de dar las indicaciones principales a sus residentes y mostro algunas imágenes de uno de los pacientes a quién debían extirpar un tumor en una zona de fácil acceso. Adam comenzó a explicar los riesgos que pudiera tener la operación, para luego dejar un espacio de preguntas abiertas.

—Doctor Byrne, ¿Aunque sólo seamos neurólogos, usted nos dejara participar en la operación? —preguntó una joven de aspecto tímida, cabello castaño y sonrisa cálida. Por un momento le recordó a Andrea.

—Señorita...

—Amelia, Amelia Fredericksen, profesor.

—Señorita Fredericksen. Ustedes estarán conmigo, pero no intervendrán en la operación. Solo espero que hayan venido preparados—respondió observando a cada uno de sus residentes de forma seria.

—Daremos lo mejor, doctor Byrne. —respondió un muchacho con una media sonrisa.

El joven observaba en todo momento a Adam, y de vez en cuando, le sonreía u observaba de una forma distinta. Byrne no se dio cuenta de aquello, pero algunos de sus compañeros si lo habían hecho, especialmente Amelia; quién lo observaba con el ceño fruncido, tratando que su compañero no incomodara al profesor. El joven se percató de aquello y sonrió de forma cínica, para luego volver a prestar toda su atención a Adam.

Adam siguió explicando y mostrando imágenes de *resonancia magnética, para aclarar de mejor forma lo que trataría la operación. Al terminar, salió de la sala seguido de sus alumnos residentes. Caminaron por los pasillos de forma rápida, hasta llegar al área de pabellones.

—Laven muy bien sus manos y luego prepárense con los implementos para entrar. —Los cuatro jóvenes asintieron.

Los cuatro se dirigieron a lavar sus manos, preocupándose de no dejar ningún área sin enjabonar. Poco a poco iban terminando, para luego los tres, comenzar a colocarse guantes, mascarillas y todo implemento para poder entrar a pabellón. Solo quedaba un alumno por terminar.

—Señor...

—Collins, doctor Byrne. Mi nombre es Harry Collins —sonrió ampliamente de forma altanera

—Señor Collins, me encanta que sea minucioso, pero, debería apresurarse —dijo Adam observándolo fijamente, para luego comenzar a lavar de forma efectiva y rápida sus manos.

—Claro —respondió él mordiéndose el labio inferior, con su mirada fija en las manos de Adam quien las estaba secando con papel absorbente.

Adam se alejó de su alumno sin dejar de observarlo de forma suspicaz, para luego dar media vuelta, tirar el papel al basurero y entrar a pabellón. Había algo en él que no le agradaba del todo, nunca había sido una persona que se dejara llevar por la primera impresión de las personas, pero con el residente Collins; era algo distinto. Trató de disipar sus pensamientos, de seguro solo estaba divagando, fantaseando con cosas que no eran así, lo que le daba como conclusión, que el cansancio estaba haciendo de las suyas. Si Steven hubiera estado en ese momento con él, de seguro le habría dicho: Estas loco, mejor ve a trabajar. Si, de seguro le habría respondido eso.

[2° Libro]Love is a drug-Los Fantasmas VuelvenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora