|C a p í t u l o 24|

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El día estaba nublado a pesar de ser primavera, pero, aun así, el viento era cálido y él se mantuvo sentado en una de las bancas que se encontraban en las afueras del hospital. Tenía su mirada perdida en algún punto del lugar, pero su mente, seguía recordando la conversación en la consulta médica. Nunca imaginó que su esposa le confesara algo como eso, tampoco imaginó que, transcurrido dos semanas, él comenzara a alejarse de ella para ordenar sus ideas. Acostumbraba a hablar de la vida y la muerte, pero cuando se trataba de un ser indefenso, recordaba la persona que era antes de ser médico. Juntó sus manos y apoyó sus codos en sus piernas. No podía culpar a su esposa por algo que había hecho a los diecinueve años, además era su cuerpo y aquella decisión solo le concernía a ella, pero tampoco podía dejar de pensar que, por aquella decisión, no podrían tener hijos de forma natural. Por qué él, a pesar de todo, quería cumplir el sueño de Chloe.

Aun así, seguía pendiente la conversación entre ellos. Necesitaba saber esa parte de la historia en la vida de su esposa. Sentía que así, podía comprenderla mucha más, sobre todo sus actitudes del último tiempo. Chloe le debía esa historia que, hasta ese día, seguía siendo desconocida para él.

Markus suspiró y pasó sus manos por su rostro para luego volver a la posición inicial, observando a las pocas personas que transitaban por el lugar, pero aún con el tema de Chloe rondándole la mente. La única forma de la que pudo olvidar el tema fue cuando una ambulancia irrumpió en el lugar, haciendo que su mirada y atención se enfocaran completamente en el transporte de emergencia. Corrió hasta la entrada del recinto hospitalario, a la vez que el paramédico hablaba.

—Accidente automovilístico con resultado de volcamiento. Hombre de treinta y tres años, lesiones múltiples. Caminó al recinto con paro cardiaco, pero ya estabilizado.

Markus en ese momento presto atención al rostro del hombre y con aquello, su cuerpo se tensó. Abrió los ojos sorprendidos, giró su cabeza y vio como Adam corría junto él, para luego devolverle una mirada seria y de preocupación.

—Box cinco disponible —dijo Markus al paramédico —Tu Byrne, te quedas aquí.

—Estas completamente loco. Es mi amigo y seré yo quien lo atienda. —espetó con tono firme sin dejar de observarlo.

—No estás en condiciones...

De un momento a otro, Markus sintió que lo tomaban del brazo y cuello de la camisa acorralándolo. Adam lo observaba serio, casi de forma amenazadora. Nunca antes se había comportado de esa forma con el cardiólogo; siempre había sido un hombre tranquilo, buscando bajar la tensión cuando dos personas se enfrentaban, pero en ese momento, había perdido la sensatez y Phelps lo estaba viendo en sus ojos.

[2° Libro]Love is a drug-Los Fantasmas VuelvenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora