Capítulo 13: Traición

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—Majestad.




Yuri se apartó de la ventana a la que había estado asomado media mañana, escuchando la voz monótona de los presentadores de noticias y los oficiales del ejército que informaban sobre la fuga de la presa más buscada de la Comunidad Oriental. El presidente Huyn estaba en la puerta, acompañado por Takeshi. Ambos parecían sumamente afligidos.



Tragaron saliva.



—¿Y bien?



Huyn dio un paso al frente.




—Han escapado.



A Yuri le dio un vuelco el corazón. Se acercó a la mesa de su padre con paso vacilante y se aferró al respaldo de la silla.




—He dado la orden de desplegar las fuerzas de reserva de inmediato. Estoy seguro de que habremos encontrado y detenido a los fugitivos antes de que se ponga el sol.




—Con todo respeto, presidente, no da la impresión de estar tan seguro como dice.





A pesar de que Huyn sacó pecho, su rostro se encontraba ruborizado.





—Lo estoy, Majestad, daremos con ellos. Es solo que... que el hecho de que se trate de una nave robada complica las cosas. Han inutilizado el sistema de localización.






Takeshi lanzó un suspiro, irritado.





—La chica ha demostrado ser más lista de lo que hubiera imaginado.






Yuri se pasó la mano por el pelo, tratando de disimular un inesperado arrebato de orgullo.





—Y también está el asunto de que es lunar -añadió Huyn-.





—Quienquiera que la detenga habrá de ir con mucho cuidado -dijo Takeshi-. Debenser advertidos de que intentará manipularlos y volverlos contra ellos mismos.


—Toda la razón, pero no era a eso a lo que me refería. No es la primera vez que nos encontramos con problemas para seguir naves lunares. Por lo visto, saben cómo desactivar nuestros sistemas de radar, y lamento decir que ignoramos cómo lo hacen.


—¿Desactivar nuestros sistemas de radar? -Yuuri miró a Takeshi-. ¿Tú lo sabías?


-Había oído rumores majestad -admitió Takeshi-. Pero su padre y yo preferimos creer que solo eran historias infundadas en chismes, nada en concreto.


—No todos mis contemporáneos coinciden conmigo en este asunto -dijo Huyn-, pero estoy convencido de que son los propios lunares los que desactivan nuestro equipo. Ahora, que sea mediante sus poderes mentales o alguna otra capacidad desconocida, eso no sabría como confirmárselo Alteza. En cualquier caso, Linh Vicder no llegará muy lejos. Hemos destinado todos nuestros recursos a encontrarla.


Dominando su agitación interna, Yuuri los miró con semblante inexpresivo.


—Manténganme informado.


—Por supuesto, Majestad. Hay otra cosa que creí que le gustaría ver. Hemos acabado de supervisar todo lo que recogieron las cámaras de seguridad de la cárcel.


Huyn señaló la telerred encajada en la mesa de Yuuri.


El joven rodeó la silla, tiró de sus mangas y tomó asiento. Una com del consejo de seguridad nacional giraba en una esquina.


—Aceptar com.


Imágenes de la cárcel, con sus paredes blancas y brillantes, inundaron la pantalla de luz, en la que aparecía un largo pasillo flanqueado por puertas lisas y lectores de identidad. De pronto se vio a un guardia, que señalaba una de las puertas. Lo seguía un anciano de baja estatura que llevaba una gorra gris.

Escarlta (II Parte Vicder)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora