Capítulo 27: Madrastra

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Yuuri se paseaba arriba y abajo por el despacho, de la mesa a la puerta y viceversa. Habían transcurrido dos días desde que Minako había lanzado su ultimátum: o encontraba a la ciborg o atacaría. 





Se acababa el tiempo y cada minuto que pasaba aterraba a Yuuri. Llevaba más de cuarenta y ocho horas sin dormir y, a excepción de las cinco ruedas de prensa en las que todavía no había podido informar de nada, no había abandonado el despacho en todo ese tiempo. Seguía sin haber señales de Linh Vicder. Ni rastro del doctor Feltsman o de la Doctora Baranovskaya. Como si se hubieran desvanecido en el aire.







—¡Aj! -se retiró el pelo con ambas manos hasta que empezó a dolerle la cabeza- Lunares. El altavoz de la mesa emitió un zumbido.







—La androide real Makkachin solicita entrar. 






Yuri se soltó el pelo con un gruñido de desaliento. Makka lo había tratado bien y acompañado durante ese tiempo: le llevaba cantidades ingentes de té y no decía nada cuando horas más tarde volvía a llevarse las tazas, intactas y frías. Lo animaba a comer y le recordaba cuándo era la siguiente conferencia de prensa o que había olvidado devolver las coms del gobernador general australiano. Si no fuera por el título, «androide real Makkachin», casi habría esperado que una humana cruzara la puerta cada vez que la llamaba y no su mascota de compañia. Se preguntó si su padre habría sentido lo mismo respecto a sus ayudantes androides. Tal vez solo estuviera delirando. Ahuyentando los pensamientos inútiles, rodeó la mesa.







—Sí, adelante.






 La puerta se abrió, y Makka aparecio, aunque no llevaba la bandeja de tentempiés que Yuuri esperaba.






—Majestad, una mujer que responde al nombre de Linh Anya y su hija, Linh Mari, han solicitado entrevistarse con vos de inmediato. Linh Anya  asegura que dispone de información relevante sobre la fugitiva lunar. La he animado a ponerse en contacto con el presidente Huyn, pero ha insistido en hablar directamente con vos. He escaneado su chip de identidad y parece ser quien dice ser. No sabía si debía correrla.

Escarlta (II Parte Vicder)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora