Querida sobrina...

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!Buenas, buenas, lindas criaturitas! Regrese. Fin del comunicado.

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-!Grover!-grito Thalía, jadeando y sudado. Se había detenido, quedándose atrás de sus amigos-. ¡Lleva a Annabeth y Luke! ¡Yo los detendré!.

-¿Qué?-exclamo Luke Castellan, tan sorprendido que a punto estuvo de chochar contra un árbol.

-¡No!-espeto Annabeth, la más joven del equipo-. Thalía, ven con nosotros.

Thalía Grace, hija de Zeus, miro a sus amigos con tristeza. En realidad sabía lo que sucedería, ni que decir que lo aceptaba, con tal de darles a sus amigos una oportunidad de escapar.

-Ya están cerca-murmuro Thalía, lanza en mano-. Es a mí a quien quieren. Yo soy el pago por un juramento roto.

Por supuesto, se refería al Pacto de los Tres Grandes. Hasta su encuentro con Artemisa, la Diosa Olímpica de la Caza, unas semanas antes, Thalía había desconocido la existencia de dicho acuerdo. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, los Tres Grandes Dioses –Zeus, Hades y Poseidón- se comprometieron a no engendrar más hijos, en un intento de prevenir más horrores y devastaciones. El juramento fue sellado bajo el rio Estigio, el más sagrado de todos, y por un tiempos los dioses lo mantuvieron. Pero algunos dioses guardaban sus promesas con más celo que otros.

«Y ahora, el Señor de los Muertos pretende desquitarse de mi padre a través de mi-pensó Thalía, y aquel pensamiento la dejo furiosa».

Para la tarea, Hades había vaciado los Campos de Castigo, y expulsado horrores a la superficie. Al frente, se hallaban sus fieles lugartenientes, las Furias.

-¡Thalía, no!-exclamo Luke, deteniéndose junto a ella, y mirándola de manera incrédula. El hijo de Hermes lucia como si hubiese corrido treinta maratones seguidas, sin descanso ni bebida o comida... lo cual, en efecto, había hecho.

-¡Pelearemos juntos!-protesto Annabeth, alzando su daga.

-Así es como tiene que ser-replico Thalía-. Nunca lo lograríamos todos juntos. Luke está herido, Annabeth, y tú eres demasiado joven. Largo.

El sonido de los monstruos, similares a la marcha de todo un ejército, resonaba por todo aquel amplio valle. Eran demasiados para ser contenidos por los cuatro. Sus amigos no merecían morir, ni siquiera Grover, a quien le había tomado cariño, pese a que no era un idílico compañero de aventuras.

-Ya estoy cansada de huir-dijo la hija de Zeus-. Déjenmelos a mí.

Grover tiro de Annabeth, y la chica, sin duda luego de analizar todos los posibles desenlaces, asintió lentamente. Abrazo a Thalía, con lágrimas en los ojos, y entre el sátiro y ella tomaron a Luke, quien en ningún momento dejo de protestar.

Alecto y sus hermanas se acercaban revoloteando a toda prisa, muy por delante de los demás monstruos que las seguían, y sus alas coriáceas obstruían toda la luz, como si fuesen una capa puesta sobre todos, y sus garras rozaban los árboles, cortando varios de ellos a la mitad. Los ciclope iban detrás, todos ellos llevaban petos negros, y garrotes en sus manos, cada uno más feo que el anterior. Los cancerberos iban adelante, sus ojos rojos los veían a los cuatro con hambre en ellos, y sus pisadas juntas daban sonidos espectrales.

-¡Lord Hades exige tu presencia, mestiza!-grito Alecto. Su cacareo era parecido a una hiena primitiva que además era afónica.

Thalía gruño, chocando su lanza contra su escudo, y haciendo gruñir a varios monstruos.

-¡Entonces que venga por mí, perra!.

Alzo su lanza en dirección el cielo, el cual inmediatamente se cubrió de nubes grises de tormenta. Mientras los truenas retumbaban, un relámpago de puro poder apuñalo la tierra, carbonizando a varios monstruos.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora