Bueno... Si bien es cierto que aun quedaran, tal vez, algunas preguntas sin responder, hasta aqui llegamos en definitiva. Pero, si estan esas preguntas, las contestare yo.
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Thalía recordaría por siempre el día en que las cosas se fueron al carajo.
Mil atrás, cuando la Guerra Olímpica se desato, Thalía apoyo firmemente al bando de su padre, Zeus, en contra de sus mejores deseos. Y cuando los dioses fueron derribados de sus tronos, los vencidos tuvieron que enfrentar inevitables castigos de la mano de los vencedores.
Ella no presumía conocer el destino de nadie más que ella misma. Perseo la expulso del Olimpo tan pronto promulgo su maldición, y desde entonces, fiel a las palabras del rey, había estado sola, condenada al olvido.
Las primeras décadas habían sido horribles, las peores. No importa cuando lo intentase, nadie la veía, nadie la notaba. Fiel a las palabras de Perseo, estaba condenada a la soledad.
Trato de quitarse la vida muchas veces. Salto de un puente, se puso frente a un tren, corto sus venas, dejo que las llamas de un incendio la consumiesen, uso armas de fuego, trato de ahogarse, bebió veneno y se infectó con las más terribles y virulentas enfermedades. Pero nada funcionaba. Su cuerpo, siempre joven, siempre inmortal, se negaba a ceder.
Lo peor era que después de cada intento de quitarse la vida, siempre le parecía ver a Perseo en algún lado, escuchaba su risa, y susurros al viento llenos de malicia.
Eventualmente se volvió, bueno, no más fácil, solo no tan terrible. Pensar en Jasón la ayudo.
Jasón... No sabía que había sido de él. Después de verlo aquel día, en Manhattan, tras tanto tiempo, ambos habían sido hechos prisioneros. Supuso que Perseo lo había ejecutado, o encarcelado en alguna horrible prisión. Pero nada de todo cuanto hizo le ayudo a descubrir, ni siquiera sus intentos de infiltrarse en los dominios olímpicos.
En Grecia, los Olímpicos habían erigido Persepolis, la Ciudad de Perseo, como nuevo refugio para los hijos e hijas de los dioses, ya griegos, ya romanos, y también para todos los seres, criaturas, espíritus y monstruos en alianza con el Olimpo.
«Un refugio muy necesario», pensó Thalía con desgana. Mucho antes de que ella tratase de irrumpir en Persepolis, Perseo, tal cual había dicho que haría, se dirigió a las Naciones Unidas, a todos los Estados, a la prensa y los medios, y revelo al mundo grecorromano, terminando de disolver la Niebla. Al mismo tiempo, anunciaba una Edad de Oro.
Chinos, indios, rusos, árabes, franceses, brasileños, mexicanos... Incluso entre los propios griegos, el escepticismo impero, y luego llego la locura y el odio. Empezaron a culpar a los dioses de todos sus problemas, los llamaron paganos, y sin poder desquitarse con los propios dioses, empezaron a cazar a los hijos de los dioses. Pero no solo ellos: espíritus de la naturaleza, monstruos, seres y deidades. Un baño de sangre sumió al mundo, y luego, cuando Perseo convoco a todos los griegos y romanos a Persepolis, la Gran Guerra.
Pero ni siquiera los más poderosos ejércitos del mundo podían atacar a Perseo o el Olimpo.
«Aunque no por falta de intentos».
Thalía recordaba aquello. Misiles y cohetes de todo tipo fueron dirigidos contra el monte Olimpo, y el ejército griego sitio la montaña, en una absurda y ridícula demostración de fuerza. Pero los dioses no respondieron la violencia con más violencia, y se contentaron con dejar a los mortales dirigiesen una guerra contra enemigos que no podían atacar, o si quiera saber dónde estaban.
En cambio, Perseo cumplió sus promesas. Sembró semillas, limpio los ríos y los océanos, planto árboles, curo a los enfermos, apoyo a los desamparados. Transformo las sociedades con sus susurros. Un siglo después de su ascenso al trono, había cumplido sus palabras: No más hambre, ni pobrezas.

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El Retorno del Rey.
أدب الهواةLa confianza es una cosa frágil, Perseo la supo siempre. Se necesitan años para construir una confianza firme, y solo una acción para destruirla. Perseo lo sabe. Él lo sabe. Pero ahora, viendo como los puentes de la confianza que el mismo construyo...