La Caída del Olimpo, Pt. III.

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Menas, menas, tomen asiento, gente.

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Thalía contemplo con desespero como Perseo subía al Olimpo, y sin sorprenderse, cuando trato de ir tras él, todo se complicó aún más.

Tan pronto desapareció Perseo, el caos estallo. Los ejércitos de la Atlantis entraron en pánico, sin Poseidón, y pronto, también cayeron la Reina Anfitrite y el Príncipe Tritón... Lo que definitivamente lo empeoro todo. Las legiones de Perseo se estrellaron contra ello, el grueso de sus fuerzas, y pronto, la batalla se reanudo.

Thalía disparo un rayo contra un ciclope y apuñalo a dos dracaenas con su lanza. Pero entonces un gigante la golpeo y la envió a volar contra un auto. Mientras se incorporaba, vio el panorama de la batalla y palideció. No era bueno.

Una serpiente marina era acribillada a flechas. Los espíritus de los vientos arrojaban ráfagas y tornados en su contra. Nico DiAngelo, a lomos de Cerbero, alimentaba al gigantesco monstruo con semidioses, y se reía, divertido. Por todos lados, estallaban peleas y explosiones, y los defensores del Olimpo eran superados en número.

-¡TIEMBLEN ANTE EL PODER DE HADES!

Thalía fue una de las muchas que tembló. Aunque no lo admitiría nunca. Pero ver al Señor de los Muertos, en pleno campo de batalla, con su Yelmo de Oscuridad, y sombras surgiendo de su cuerpo, como patas de arañas, era escalofriante. Por si fuera poco, a su andar se iban levantando guerreros muertos y fantasmas, todos igual de escalofriantes. Pesadillas y demonios brotaban de su boca, a medida que hablaba, y el aire se hacía más espeso en torno a él.

No buscaba desafiar a nadie, lo que era bueno. Pero tampoco había nadie lo bastante idiota para desafiarlo.

Clarisse combatía a lo lejos a un batallón de ciclopes sola, y Will Solace disparaba contra los tritones. Lestrigones y empusas destrozaban a las sirenas. Fuego griego volaba por todas partes.

Entonces lo vio.

A unos cuantos metros, estaba el chico nuevamente. Llevaba el mismo estandarte de antes, una armadura de batalla, y poco más. Pero los rayos surgían de él y pulverizaban a todos sus rivales. Había algo en él...

Y luego el chico la vio y corrió hacia ella, sus rasgos serios y duros. Era rubio y tenía ojos azules.

-Tu...

Thalía no termino la frase. En medio del fragor de aquella batalla, vio algo en el rostro del chico. Encima de su labio, había una pequeña cicatriz, como hecha por un gancho... O una grapadora.

«Mañana, en el campo de batalla, te encontraras a tu pasado esperando, Thalía Grace».

Las palabras de Hestia, tan enigmáticas entonces, ahora tenían sentido. Pero era imposible... Jasón estaba muerto, ella lo sabía. Su madre, Hera...

Entonces la punta de una lanza se clavó en su hombro, y Thalía se desplomo, jadeando. Una chica, a lomos de un pegaso, arranco la lanza, y cargo de nuevo.

-¡Mi patrón ha exigido tu vida, Thalía Grace!

Pero en aquel momento los ojos del chico, de Jasón, se abrieron.

-¿Thalía Grace...? Espera... ¿Qué? ¡REYNA, AGUARDA!

Pero Reyna no aguardo. Galopo con su pegaso con la lanza al ristre, el oro brillando bajo el sol, y cuando Thalía, muy conmocionada como para reaccionar, se preparó para el inevitable golpe, estallo un rayo.

La chica y su caballo salieron volando, disparados en la dirección opuesta. Jasón, incrédulo, temblaba, sosteniendo el extraño estandarte coronado por el águila de oro.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora