El deposito de chatarra de los dioses.

859 77 71
                                    

Los siguientes dos días los pasaron en el tren al oeste. Ni hicieron escala en ninguna parte, y más pronto que tarde, el vagón se sintió como una prisión para los semidioses con THDA. Incluso las cazadoras comenzaron a inquietarse pasado el primer día.

Teseo había sido el punto focal del trayecto, con toda la atención médica que había requerido. Las cuchillas del hijo de Hades le habían hecho un daño serio y casi habían llegado a la cervical, pero eso no era lo peor... Lo peor era, sin duda, el veneno de escorpión del abismo. Antes de que pudieran tratarlo si quiera, la piel ya se le había puesto negra y le salía una baba espesa de las heridas.

Pero por fortuna tenían a Phoebe, que además de ser una excelente rastreadora, también era una curandera experta, y lo había demostrado. Había salvado a Teseo de quedar paralitico, con infecciones y hemorragias internas, además de haber sellado y suturado toda la herida. El proceso había sido lento y doloroso (Phoebe incluso había sugerido que lo sacrificasen por el bien de la misión) pero al final lo había conseguido.

-Tengo miles de años de experiencia en mi haber-había sido todo lo que había dicho, como si no fuese nada.

Pero Thalía estaba impresionada. Tal habilidad solo la había visto en Quirón.

Entretanto, Teseo había despertado unas horas después, pálido y tembloroso, pero por lo demás bien. Phoebe le había dado una pasta de néctar y ambrosia, con agua de luz de luna ("Un viejo secreto de las cazadoras"), que sin duda le había venido bien, como revitalizante. Pero no podían abusar de ello.

Al atardecer, llegaron a Denver, Colorado, mientras el sol se ocultaba, más allá de las Montañas Rocosas. Mientras Phoebe buscaba comida y Annabeth iba a la estación de trenes más cercana, los demás debatían medios alternativos para llegar hasta San Francisco.

-Ya no tenemos dinero mortal-les recordó Teseo, apoyada sobre la balaustrada de una tienda. Respiraba con dificultad cada tanto, pero del resto, ya estaba como nuevo-. Y solo nos queda un día.

-Entonces ir por el norte queda descartado-señalo Thalía-. Por Salt Lake City nos llevaría mucho tiempo, y por Las Vegas, la verdad es que prefiero no ir...

-Eso deja la ruta de Santa Fe-dijo Zoe, inclinándose sobre un mapa del país. Apuntaba por el dedo-. Aunque pasaríamos muy cerca de Los Ángeles. Ese es terreno de Hades.

Thalía y Teseo asintieron sombríamente. Después de la aparición de los DiAngelo, ninguno estaba muy seguro de donde residían las lealtades del Señor de los Muertos, así que lo más cauto era evitarlo.

Una pareja de ancianos se los quedaron viendo, y los señalaron, con evidente sorpresa. Zoe estrecho los ojos hacia ellos.

-El sur es preferible-asintió Zoe, regresando su vista al mapa-. Pero yo preferiría no tratar con los mortales. Podríamos hacernos con un vehículo...

-¿Cómo?-pregunto Thalía, aunque entendía muy bien lo que Zoe sugería-. ¿Planeas robar un auto?

Por lo general, no se opondría a tal acción, a fin de cuentas, los mestizos debían hacer lo que podían con lo que tenían al alcance. Pero la idea era de Zoe, por lo que naturalmente debía criticarla.

-Sí, chica-replico Zoe, con evidente desdén-. Tenemos una misión. Debemos cumplirla.

-Thalía, Zoe tiene razón y...

-No necesito que me des la razón, muchacho-espeto Zoe, estrechando los ojos en su dirección.

Pero en ese momento llegaron Annabeth y Phoebe, la última con varias bolsas de Subway, por lo que la charla quedo prontamente olvidado.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora