La Batalla de Manhattan.

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Wenas, wenas, mi gente.

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Thalía tuvo que respirar muchas veces para ocultar sus nervios. Mientras ajustaba su armadura de batalla, no pudo evitar pensar en lo que se acercaba. Ya estaba, todo cuando habían luchado era para ese momento, la última batalla, la batalla por el Olimpo. O detenían a Perseo, o serian destruidos, y el Olimpo y Occidente con ellos.

Eran cerca de cuarenta semidioses, con al menos una veintena de espíritus de la naturaleza... Solo ellos defendían el Olimpo. Mientras, los dioses se escondían en sus palacios, muy asustados de bajar a luchar. Thalía trato de no pensar en ello, y tomo cuando pudo de la Ciudad Eterna: trampas, explosivos, armas, etc. Pero aunque habían volado los puentes y túneles, las tropas de Perseo eran muchas y, eventualmente, cruzarían. Sus pocas esperanzas estaban puestas en Quirón, que se había marchado al sur a reunir aliados, y en los dioses, que esperaba se acabasen por unir a la batalla.

Su único consuelo era que el propio Perseo estaba en el oeste, luchando contra Tifón, con la mayoría de grandes dioses de su bando, intentando detenerlo.

Con su armadura lista, salió del Empire State Building (el portero había huido hacia mucho), encontrándose con los cuarenta campista que debía dirigir, para detener a miles de enemigos.

A su alrededor vio a muchos mortales dormidos, y suspiro. Era tan extraño, pero bienvenido a la vez, el ver que los mortales no serían un problema. También agradecía la barrera que había surgido en la isla, alejando a todos los mortales que quisieran acercarse. Sospechaba que era obra de Perseo, pero ella lo agradecía, así no tendrían que preocuparse por proteger a los mortales.

Jake Mason y Michael Yew se acercaron a ella.

-¿Cómo vamos?-pregunto ella.

-Todos los caminos han sido minados-informo Jake-. Y también las aguas. He dispuesto de una serie de trampas y explosivos a lo largo de todo el perímetro.

-Los chicos de Deméter han hecho crecer selvas y bosques por todo el norte y oeste de la isla-acoto Michael-. Eso los retrasara.

-Pero, los ríos...-Jake dudo-. Thalía, si logran cruzar los ríos, no hay nada que hacer. Somos pocos, ellos muchos. No podremos defender la isla.

La hija de Zeus ya sabía eso, por supuesto. En el aire, surgieron bolas de fuego que iluminaron el cielo, causando gritos ahogados de todos.

-¿Están atacando?-pregunto Jake, horrorizado.

Thalía negó. Las bolas de fuego tenían como destino el Empire State, pero al llegar allí, rebotaban.

-Están tratando. Prueban nuestras defensas. Seguro es obra de Hestia, ella dirige el ataque.

Confiada en que al menos los dioses mantendrían los ataques aéreos bajo control, se dispuso a dividir las tropas. Como de costumbre, Ares y Atenea tendrían el trabajo más pesado, y deberían soportar todo el peso de los ataques enemigos, pero las demás cabañas debían apoyar allí donde hiciera falta.

-Empezaran pronto-murmuro Thalía, inquieta-. Quirón siempre dijo que Perseo era más fuerte con el alba, ¿es tu caso, Hestia?

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Resulto que no debieron esperar al amanecer.

Cuando el sol comenzó a caer, empezaron a oírse estruendos y gritos de batalla en medio del silencio sepulcral que envolvía Manhattan. Proyectiles enemigos salieron disparados desde Queens y Brooklyn, e impactaron contra las calles, los edificios residenciales y los automóviles, causando incendios y explosiones.

-Sean valientes-dijo Thalía, mientras la tierra temblaba por el impacto de los ataques-. No retrocedan.

-Cuando pongan un pie en la isla, les daremos una buena bienvenida.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora