Hestia apareció en un amplio salón, en medio de una multitud de seres. Hestia los conocía a todos, pero no los vio, aunque abrían paso hacia ella, con inclinaciones. Sus ojos estaban fijos en el fondo del salón.
Bajo un techo abovedado, doce grandes tronos de mármol blanco, sencillos, sin adornos, se erigían en torno a una gran hoguera (Hestia sonrió al verla), y más o menos la mitad se hallaban ocupados. Como en el Olimpo, había dos tronos al centro y cinco a cada lado.
Del lado izquierdo, el de las damas, se hallaban ocupados cuatro tronos; Perséfone, Selene, Némesis y Hécate, dejando el trono del final vacío. Al lado de los hombres, el derecho, tres de cinco estaban ocupados. Su hermano Hades, envuelto en sombras, con su Yelmo de Oscuridad en el regazo, se sentaba a la derecha inmediata del rey.
Helios, el sol que todo lo ve, le seguía, e inclino la cabeza en su dirección, para acabar con Océano, Señor Titán de los Mares y los Océanos.
En el trono principal estaba Perseo, su hermano. Este se había levantado al verla, y a medio camino la encontró, y la abrazo.
-Es bueno verte, hermana-murmuro a su oído-. Sé que lo que haces no es fácil. Lo entiendo. Lo agradezco.
Hestia lo miro con ternura cuando se separaron.
-Hay una diferencia entre hacer lo correcto y hacer lo fácil, Perseo. Esa diferencia me la enseñaste tú mismo.
Perseo asintió, más feliz, y por un momento, Hestia vio a aquel joven dios, en los comienzos del reinado de los dioses, tan despreocupado y alegre. Pero mucho había cambiado desde entonces, milenios de gobierno lo habían cambiado, lo habían vuelto más duro, severo e inflexible... Y entonces Zeus se rebeló.
-Ocupa tu lugar a mi lado, hermana-dijo Perseo, regresando a su trono.
Hestia asintió, saludo a Hades y se sentó en el trono principal de la izquierda, el de la reina. Perseo jamás se había casado, ni había mostrado interés en nadie, ni hombre, ni mujer, y había mantenido intacta su virginidad toda su vida. Y debido a ello, Perseo había elevado a Hestia al cargo de Reina de los Cielos, titulo que como la hija mayor le correspondía, y ambos habían gobernado el mundo juntos.
En ausencia del propio Perseo, era Hestia la que quedaba al frente del Consejo y del Olimpo.
-Ya estamos casi todos-dijo Perseo, hablando a la multitud-. Podemos empezar a planear. Con Hades y Hestia a mi lado, sumado a sus otras perdidas, el Olimpo ya no tiene la fuerza para tomar la iniciativa, y se contentaran con jugar a la defensiva. Pero Zeus es historia para otro momento. Actuaremos primero contra Kronos.
El nombre del Señor del Tiempo enfrió el ambiente, y la hoguera se redujo; un murmullo intranquilo lleno el salón. Hestia frunció el ceño.
-Su base de operaciones de oculta de mi poder-dijo Océano, frunciendo el ceño-. Tu padre se ha aliado a muchos dioses y criaturas marinas, las suficientes como para esconder de mi vista el crucero donde navega su ejército.
-Yo tengo otra información-murmuro Hades-. Como saben, los muertos son terribles para guardas secretos, y hace unos días un semidiós bajo a mi reino. Según él (y créanme, use mis mejores técnicas para asegurarme de que no mintiera), el crucero debe estar ya en el Mar Caribe, con rumbo a Panamá.
-El Canal-dijo Hécate, de pronto-. Quiere ir de la Costa Este a la Costa Oeste. Pero, ¿qué podría...?
-La Montaña de la Desesperación-replico Perseo-. La fortaleza titán original. Nuestro padre es un idiota-dijo, viendo a sus hermanos-. Quiere el regreso de la Edad de Oro, y pretende empezar allí, en Otrys. Pero eso ya es cosa del pasado. Los titanes son cosa del pasado. En la mente de los mortales, ya no son más que meros vestigios de algo que, quizá, fue.
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El Retorno del Rey.
FanfictionLa confianza es una cosa frágil, Perseo la supo siempre. Se necesitan años para construir una confianza firme, y solo una acción para destruirla. Perseo lo sabe. Él lo sabe. Pero ahora, viendo como los puentes de la confianza que el mismo construyo...