Inicia la guerra.

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Esto debe ser un record para mi, porque ya son cuatro dias seguidos de actualización, AAAAAAAAAAAAA.

Disfruten, chiquis.

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-Tus amigos han llegado a San Francisco-fue lo primero que dijo Perseo cuando Thalía termino su almuerzo.

La chica salto de su asiento. No lo había oído entrar, o aparecerse. Perseo se rio, divertido por su reacción, y Thalía lo miro con desprecio.

-¿Qué haces aquí?

Perseo torció el gesto, como si en verdad sopesase la pregunta.

-¿Aquí vivo?-dijo él, en cambio-. Por supuesto, esto es solo temporal. Mi verdadero hogar me aguarda en Grecia.

Thalía lo miro.

-Querrás decir en Nueva York-señalo, con cuidado-. El Olimpo está allí, en Manhattan, en la cima del...

-Sé muy bien donde está el Olimpo actualmente, muchacha-interrumpió Perseo, frunciendo el entrecejo-. Y por supuesto que lo tomare. Pero cuando yo gobierne, no lo hare desde este país. Los dioses regresaremos a nuestros orígenes, a las viejas tierras. Allí seremos más fuertes. Grecia una vez más será grande y poderosa, su segunda edad de oro comenzara.

Parecía orgulloso de sus objetivos, y Thalía, no obstante, temió por las implicaciones de aquello.

-Entonces, arrasaras con el Olimpo aquí, en Estados Unidos, para erigir otro en Grecia-murmuro Thalía. Recordaba algunas de las lecciones de Quirón-. Pero... El Olimpo aquí es solo una muestra de la llama de Occidente, quizá la más fuerte. Si pretendes destruirlo, entonces...

Pero Perseo la interrumpió de nuevo.

-La existencia del Olimpo está ligada a la llama de Occidente, como bien dices-dijo Perseo, sentando en el suelo, de piernas cruzas. Hizo un gesto a Thalía para que le imitase-. En este momento, la llama de Occidente es este país, los Estados Unidos de América. Lo que pretendo es destruir la llama, destruir a los Estados Unidos, y con ello, a mi familia-sus labios se torcieron-. De nada servirá destruir sus tronos, porque ellos aun existirían. Como débiles espectros de sí mismos, cierto, pero vivos, para los efectos de la conversación. En cambio, si destruyo la llama... Si borro todo rastro de ellos...

-Pero, ¡eso es ridículo!-replico Thalía, sin poder contenerse-. La llama de Occidente es un concepto abstracto. Más bien, es una conciencia colectiva, ligada a dos mil años de gobierno Olímpico. No puedes destruir eso, no sin destruir a todos los seres humanos.

Perseo pareció casi decepcionado de ella. Suspiro y se apretó el puente de la nariz.

-Te equivocas, Thalía. En efecto, la llama de Occidente es una conciencia colectiva, ligada a eones de gobierno de los dioses, como bien dices. Esta conciencia, digamos, es un ser pensante (es algo más difícil que eso, pero dejémoslo así) cuya existencia depende no de los humanos, si no de su «recipiente». Y el recipiente es allí donde este la llama. Primero, estuvo en Grecia. Luego fue a Roma, Alemania, Francia, España, Portugal, Gran Bretaña y...

-Estados Unidos-completo Thalía, que hacia el esfuerzo por seguirle el paso a Perseo.

Perseo asintió, satisfecho.

-¡Eso es! Ahora, sin su recipiente, la llama se dispersaría hasta desaparecer. Y eso es lo que pretendo...

Thalía dudo, su cabeza daba vueltas. Por lo que entendía, Perseo quería borrar a los Estados Unidos del mapa, pero aquello era imposible, ¿cierto? Estaban hablando de un país, uno de los más grandes, desaparecerlo debía de ser imposible.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora