El regreso.

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Dos capítulos en un día es un récord, incluso para mi. Aunque es cierto que este es más corto de lo acostumbrado (es el más corto, si no me equivoco), pero esto es porque quiero dividir la trama de Perseo y Thalía. Ya los siguientes capítulos seguirán la perspectiva de Thalía en su mayoría.

Además, este no es ni de lejos el más interesante, aunque sirve de introductorio para la trama de dos personajes más, que pretendo tener en la historia. 

Disfruten.

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Perseo escucho con atención, mientras Hestia le daba un reporte de lo que había sucedido en su ausencia. El Olimpo estaba en silencio, al igual que el Campamento Mestizo, y por esa parte no había de que preocuparse. Según Hestia, los dioses tardarían más en recuperarse, pues aunque sus heridas habían sido menores, no contaban con la ayuda de una diosa primordial.

Océano ya había empezado a reunir sus tropas en el fondo del mar, para asaltar el reino de Poseidón, según lo que Perseo había solicitado, y Helios y Selene habían asumido ya, de forma efectiva, el control total sobre el sol y la luna.

Otros puntos llamaron su atención, en particular sobre las hermanas Ramírez-Arellano.

-Ve por Enio, Iris-ordeno Perseo. La diosa del Arcoíris, a su lado, asintió, y se fue, no sin antes hacer una reverencia a los hermanos.

Hestia lo miro, con una ceja alzada.

-Hay algo que no me dices... O que no quisiste decir con Iris presente. Zeus no debió de ser capaz de derrotarte de esa forma.

Perseo no lo negó. Hestia siempre había sido su principal consejera y confidente, su caja de secretos, quien mejor le conocía. Así, pues, le conto sobre su encuentro con Nyx, lo de Ananké, y el próximo combate que se aproximaba.

A continuación, Hestia hizo algo que sorprendió a Perseo: soltó una maldición.

-No creí que Zeus fuese tan imprudente-exclamo, incrédula-. Los viejos dioses primordiales jamás ayudarían de dioses como nosotros por mera bondad de su corazón. Ella quiere algo, y Zeus es muy ciego para verlo.

Perseo asintió sombríamente. La perspectiva de enfrentarse, en un futuro, a la Diosa Primordial del Destino no era muy alentadora. Solo la promesa de Nyx se luchar a su lado le daba esperanzas.

-Basta de eso, hermana, no te preocupes-le dijo Perseo, pero Hestia igual se notaba preocupada-. Mejor háblame de los mortales, ¿cómo están ellos?

La Diosa del Hogar hizo un ruido de desagrado. Era evidente que aquel no era un tema del que disfrutase hablar.

-No te mentiré. Les va mal. Tres meses después, el número exacto de muertos es imposible de determinar... Al menos para ellos. Hades me dio una cifra muy exacta: diecinueve millones setecientos once mil mortales. Pero eso no es todo, hay por lo menos cuatro veces esa cifra de heridos, y ni hablar de desplazados. Millones de personas lo perdieron todo, Perseo. Sus servicios médicos y de emergencía, incluso ahora, no se dan abasto. No hay comida, no hay medicina. Es un caos.

Aquella era, en definitiva, una época horrible. Perseo jamás olvidaría todo el dolor de los mortales. Incluso sin saber de su existencia, sus suplicas y oraciones hacían eco en su mente, y trataba de complacerlos a todos, de atenderlos, procurar por ellos... Pero eran muchos.

-Quiero que Hades deje pasar a todos los muertos al Inframundo sin costo alguno-ordeno Perseo, desalentado por los números-. Y procura reunir a todas las familias, incluso si es para darse un último adiós, hermana. Ve que consigan hogares, alimentos, medicinas... Todo cuanto puedan necesitar. Calma sus temores, consuélalos. Ayúdalos.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora