La Caída del Olimpo, Pt. I.

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Wenaaaaas, ¿como estan?

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En su sueño, Thalía estaba en un lugar que conocía muy bien: la guarida de Medusa.

En otros tiempos, se hacía llamar Tía Eme, y ella, Teseo y Annabeth habían luchado contra ella, aunque por poco no lo logran. Sentía esos recuerdos lejos, vagos, como se fuesen de otra vida, no de cuatro años atrás. Pero tanto había cambiado en tan poco tiempo que ya no veía las cosas igual. Constantemente pensaba en su vida en «antes de Perseo» y «después de Perseo».

Hablando de Perseo, estaba allí, en una silla de mármol. Lo flaqueaban Hestia, a su derecha, y Hades, a su izquierda, también en tronos. Los tres conversaban en griego antiguo, tan rápido que Thalía no les entendió, pero parecía una charla sinsentido por su tono calmado.

Era escalofriante ver a los tres dioses allí, entre docenas de estatuas de piedra, aún más sabiendo que eran más que estatuas.

Entonces entro Prometeo, con su esmoquin, sereno. Tras él, como una escolta armada, iban Helios y Selene, con sus armaduras de batalla.

-Mis señores-Prometeo les dio una profunda reverencia.

Los dioses callaron.

-Prometeo-Perseo lo miro críticamente-. Quería hablar contigo.

-Por supuesto, mi señor. Usted solo dígame en que puedo servirle.

Hades resoplo con desprecio. Perseo no le hizo caso.

-Dime, Prometeo... ¿Conociste a Thalía Grace?

La chica se sobresaltó al oír su propio nombre.

Prometeo sopeso su respuesta. De refilón, noto a Helios y Selene, aun a sus espaldas, y luego vio a Hades, cuyo Yelmo de Oscuridad descansaba en su regazo.

-Sí, mi rey. Como sin duda la Reina Hestia ya le dijo, la acompañe a parlamentar.

Los ojos de oro de Perseo brillaron.

-¿Y crees que se rinda si le ofrezco una vez más la oportunidad?

-No, mi señor-dijo Prometeo de inmediato.

Los labios de Perseo se curvaron.

-Pero...-inclino la cabeza, como un niño curioso-, Hestia me dice que fuiste muy insistente en regresar solo a parlamentar. Según ella, estabas muy seguro de que Thalía Grace cambiaria de opinión si tú se lo pedias. Pero tú dices otra cosa. ¿A quién le creo?

-Sin duda, la Reina Hestia confundió mis palabras-Prometeo trago-. Yo...

-Entonces, ¿dices que mi hermana es una mentirosa?

-¡Claro que no! Mi señor...

-Y no es la primera vez que veo tu apoyo más débil del que debería, Prometeo. Cuando Zeus me hirió, Hades y Hestia me dijeron que insististe en hacer las paces con el Olimpo. ¿Lo hizo o no, hermanos?

-Claro que si-Hades tenía una sonrisa maliciosa.

Hestia asintió en silencio. Thalía veía todo con mórbido interés.

-¿Mintieron, Prometeo?-pregunto Perseo, pero no dio oportunidad de que le respondieran-. Claro que no. ¿Tal vez... Extrañas a tus viejos amigos allá en el Olimpo?

Prometeo se estremeció, como si Perseo lo hubiese abofeteado.

-Mi rey, puedo jurar...

-¿Puedes jurarme qué?-Perseo se puso de pie-. ¿Tu lealtad? Pero tu lealtad no es muy constante, Prometeo. Primero fuiste leal a Kronos, y luego, cuando me rebele contra él, me fuiste leal a mí. Luego a Zeus, cuando se alzó contra mí, y hasta hace poco, estabas con Kronos... De nuevo. Ahora estás conmigo. ¿Quién será tu señor mañana, Prometeo? Dime.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora