La caída de la reina.

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¡Buenas, buenas! Chiquis, aqui esta un nuevo cap. Los amito.

Por ahi me van diciendo que les parece.

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La pesadilla de Thalía comenzó así:

Estaba en un largo pasillo iluminado por antorchas, y corría, sin rumbo. Sentía que conocía aquel sitio, por alguna extraña razón.

Un lobo aulló en la distancia, pero Thalía no se detuvo. Tenía que huir. Unas fuertes pisadas resonaban a su espalda, y el monstruo la llamaba.

-¡Thalía! ¡Thalía!

Entonces el techo del pasillo se derrumbó, y Thalía sintió como las piedras la aplastaban bajo su peso. Cuando abrió los ojos, ya no estaba allí, si no en una estancia que si conocía. Era la misma donde los DiAngelo la habían llevado a conocer a Perseo.

Y los DiAngelo estaban allí, con sus grandes alas de cuervo, y blandían látigos en sus manos. Nico arrió el suyo y...

Thalía reparo entonces que estaban golpeando a alguien con sus látigos. Atada a un poste de madera, en medio de la sala, con cadenas, estaba la Reina Hera. Estaba desnuda. Tenía la espalda, las piernas y los brazos cubiertas de cortes y laceraciones, y el icor brotaba de todas sus heridas.

Mientras la diosa sollozaba por los latigazos, Bianca caminaba en círculos alrededor de ella.

-¿Hablara ahora, Reina Hera?-preguntaba la chica, cada vez que su hermano hacia descender el látigo.

Y Hera solo lloraba y gritaba de dolor.

-Otro, Nico-indicaba Bianca, y el proceso se repetía.

Entonces ya no estaba allí, si no en un gran planicie desértica. A lo lejos, se veía una gran ciudad, y frente a sus murallas, un ejército de semidioses cerraba filas frente a un invasor numéricamente superior. Eran extraños, noto Thalía, al ver sus armas y armaduras. Le recordaban a las viejas armaduras romanas que Quirón guardaba en el ático de la Casa Grande.

Y luego llego Perseo, y un gran terremoto sacudió el valle. La tierra se tragó la ciudad, y mientras los semidioses rompían filas, aterrorizados, Thalía vio a una chica en un pegaso, ayudando a varios muchachos, entre ellos un rubio de ojos azules. Se estremeció.

Las escenas cambiaban, una y otra vez, a tal velocidad que Thalía no comprendía lo que veía en algunas. Otras, desafortunadamente, eran muy claras.

El Campamento Mestizo, bajo ataque. Las cabañas ardiendo, y la Casa Grande, reducida a escombros. El agua del lago subió hasta tragarse el bosque y la arena de combate, y luego, la tierra exploto. Una marejada de barro, grava y piedra sacudió el valle y sepulto los restos de su hogar.

Los Olímpicos, en sus carros, encerrados en un cruento combate contra una columna de humo y fuego, que rugía y expulsaba lava, mientras avanzaba hacia el Olimpo, el cual, al igual que el Campamento Mestizo, era asediado. Por tierra, mar y aire, Perseo atacaba, y sus ejércitos se acercaban al Empire State Building. Toda la isla de Manhattan era un caos.

Entonces Perseo se volvió hacia ella, sus ojos de oro, fríos como el hielo y duros como la piedra

Despertó.

Teseo estaba sentado a un costado, atizando las llamas de la hoguera con una rama. Estaba pálido, demacrado y tenía los ojos rojizos. Thalía sospecho que, mientras ella dormía, el chico había llorado.

-¿Cómo fue?-pregunto cuando la vio, sin saludar ni nada. Aquella pregunta ya se la había hecho muchas veces.

Thalía hizo una mueca, pero repitió lo que tantas veces ya le había dicho.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora