Capitulo 3

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Las horas pasaron y yo me quedé en mi habitación al fin y al cabo era viernes, así que no importaba a la hora que me acostara. Podía dormir todo lo que quisiera al día siguiente.

Sumida entre mis libros tocaron la puerta de mi habitación.

—No tengo hambre, gracias — alce la voz lo suficiente para que la persona al otro lado de la puerta me escuchara.

—Rochy, soy yo— la tierna voz de mi hermano y su lindo apodo me lo confirmaron.

Dejo de lado el libro que estaba leyendo y me encamino hacia mi cama para acostarme y toparme con una cobija.

—Pasa Manu—.

El entro sosteniendo un cuaderno y un lápiz en cada mano.

A paso lento llego hasta la cama y con un poco de dificultades subió a ella.

Se veía tan tierno con sus rizos en una cola alta, seguro mi madre se los recogió para que no le diera tanto calor. Su mirada estaba gacha y lograba ver un ligero puchero en sus pequeños labios.

Llevaba una piyama de Marvel, aunque dudaba que llegara a dormir con ella siempre se la quitaba antes de dormirse por completo.

—¿Que necesitas?— mi voz salió más cortante de lo que quería, no quería que se confundiera y pensara que estaba enojada con el, no podía descargar mi enojo en él.

Su mirada se levantó y el brillo de sus ojos me ilumino.

—Es que no entiendo esto, se que eres muy buena en matemáticas y quería pedirte ayuda si no estás ocupada— bajo su cabeza y comenzó a jugar tímido con las hojas de su cuaderno.

Es cierto. Soy muy buena con los números.

A otros tal vez le vaya mejor con las ciencias sociales o tal vez con literatura hasta con la gramática, pero en mi caso no tengo ni la mas mínima idea de cómo logro pasar esas asignaturas.

¿Me gusta leer? Pues claro me encanta. Pero no le veo lógica a saber quien fue el primer presidente o quien explotó el país hasta dejarlo en la punta de la ruina.

Cosas que pasaron hace mil años atrás que no me interesan en lo más mínimo. Le dejo esos temas a quien le interese por qué yo no soy una de esas personas.

Yo soy más de sumas, restas, divisiones y multiplicaciones . Esas cosas me gustan. Para la mayoría de las personas debe ser un dolor de cabeza pero solo hay que tener la mente abierta.

Entre pensamientos una pequeña risa escapó de mis labios. El era tan tierno y hermoso.

—Claro que tengo tiempo, además no estaba haciendo nada importante—.

Se acerca un poco más a mi y sitúa su cuaderno entre sus piernas abiertas.

—Mira— movió las paginas y me enseñó el tema que no entendía.

Analizó los números escritos de forma rápida y entiendo de que se trata.

—Wow, ya te están enseñando a dividir— enciendo la pequeña lámpara a mi lado para poder ver mejor —¿Sabes restar? — asintió —¿Te sabes las tablas?— asintió — ¿Y para que me necesitas? Es solo un poco de todo— le explicó.

Pasando los minutos le va tomando el hilo al asusto y terminamos en menos de una hora. Tengo que decir que Manu es muy inteligente para tener siete años.

—Oye Rochy— me llamo antes de salir por la puerta pero no dije nada ya que pensé que iba a continuar.

Estaba frente al espejo quitándome los lentes antes de dormir y me fijé en su reflejo acercándose a mi.

Una Pequeña Princesa TraviesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora