Refunfuñando continuo recogiendo todos los juguetes esparcidos por la sala mientras Tyson observa todos mis movimientos desde el sofá.Era parte de mi castigo después de todo, además no tendría una galleta como postre después de la cena y no me iban a poner las caricaturas.
Agotada lanzó el último peluche al corral y me acuesto en la alfombra esponjosa bajo mis pies.
— Te falto uno— dice apuntando a una repisa al lado de la televisión.
¿Como carajos llego ahí? Eso está un poco alto.
Arrastrando los pies camino hacia esta, solo la observo.
No soy tan alta como para alcanzarlo sola.
Me giro cruzándome de brazos y el me mira de la misma forma.
Sus ojos y los míos batallan constantemente. Sabía lo que quería pero no quería dárselo.
Después de unos cortos pero largos segundos bufo cansada y me acercó a él para sentarme en su regazo.
— ¿Puedes ayudarme? No lo alcanzo— susurro y alzo mi mirada encontrándome con su ceja alzado preguntándome lo obvió, ruedo los ojos y una nalgada no se hace esperar en las partes de mis piernas aún sensibles.
— Auch— sobo el lugar donde golpeó mirándolo retadoramente mientras el sigue con su ceja alzada.
— No vuelvas a rodarme los ojos si no quieres un poco más de lo de hace rato, mocosa — mi cuerpo tiembla recordando y niego inmediatamente.
— ¿Podrías ayudarme?— digo evitando el tema anterior.
— ¿Como se dice?.
— Por favor— su mirada me hace removerme incómoda — Por favor, daddy— asiente y despeina mi cabello antes de pararse dejándome en el sillón tomar el peluche con facilidad para dejarlo en el corral.
— Buena chica— dice antes de irse de la sala.
(...)
— Papito— abrazo su cintura cuando termina de bajar los escalones de la escalera.
Una gran sonrisa en mi rostro brilla mirándolo desde abajo por su gran altura. Ryter me ve con el ceño fruncido y la cabeza ligeramente inclinada.
— ¿Y eso?— me cargo entre sus brazos.
— ¿Y eso qué, papito?— jugueteó con los botones de su camisa mordiendo mi labio inferior reteniendo una risa traviesa.
— Eso, princesa— remarca — ¿Ese apodo de donde salió? — me sonríe besando mi mejilla.
— Eres mi Papito ¿o no?— le sonrió grandemente —Además me gusta más ese apodo que el otro— hago un puchero y el desvía su mirada hacia este relamiendo sus labios —Y estás muy bueno de paso— susurro pero creo que me escucho por cómo su cuerpo tembló.
— Que cosas dices, Ross— se sonroja y evita mirarme.
— ¡Ey! No me digas así— me quejo cruzándome de brazos.
— Pero ese es tu nombre.
— No para ti, tú me llamas Princesa— me quejo.
— Está bien, como usted diga mi princesa— sonrió y abrazo su cuello quedándome allí unos segundos.
— Papito— rompo el pequeño silencio que se formó.
— ¿mhm?.
— ¿Podemos ir a donde los chicos para agradecerles el detalle que me hicieron?— cruzo mis dedos para que diga que si.
ESTÁS LEYENDO
Una Pequeña Princesa Traviesa
Acak¿Quien diría que un extraño entraría a mi habitación en medio de la noche? ¿Quien diría que esa noche me secuestrarían? ¿Quien diría diría que tres hombres me querían para ellos? Y no de esa forma. ¿Quien diría que después de ese momento mi vida c...