Él cree en las sensaciones raras.
Ella en las personas tormenta.
......
Jasper Klein termina en Nashville, Tennessee, sin saber muy bien por qué. Lo poco que sabe es que su padre no puede seguir trabajando y que la casa de sus abuelos se ha puesto e...
No olviden que hay una playlist en Spotify y en YouTube, por si desean escucharla. Hasta aquí dejaré de colocar canciones, lo haré solo si es necesario.
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¿Qué he dicho antes? ¿Qué ha sido lo que me ha dado la valentía suficiente como para que de mi boca salieran tales palabras? ¿Qué me has hecho, Jasper? ¿Y qué pretendes hacer con mi corazón si, mientras cantabas, no dejabas de hacerlo palpitar con tanta fuerza al hacerme creer que cada letra, cada estrofa, era para mí? Experimento por primera vez sentimientos que siento me sobrepasan, como sí, dentro de mí, algo estuviera a punto de reventar, como si ese algo se llenara con tantos sentimientos que, en el último instante, sin avisarme, explotara y me empapara de todo aquel sentimiento que desconozco.
—Pienso en que, hay un mundo lleno de gigantes donde yo soy pisada sin compasión —miro mis manos, los dedos me tiemblan al igual que la voz. Me siento nerviosa, siento como si desahogarme con él fuese egoísta, como si al quitarme el peso de encima lo estuviera trasladando hasta sus hombros.
Parecía decirle: Por favor, Jasper, toma todo lo que te digo y conviértelo en un secreto que nunca, prométeme, nunca dirás a nadie, te lo llevarás a la tumba y ya muerto no se lo dirás a ningún alma en pena que te pregunte por mí. Y no pretendo que lo calles por vergüenza, no pretendo que te guardes todos mis problemas por miedo a que alguien más se asuste por todo lo que llevo dentro, no.
Pretendo que los calles para yo dejarlos de escuchar. Porque no aguanto más, no más.
—Todos somos gigantes con complejos de enanos —una de sus manos me sostiene por detrás de la oreja y me hace mirarlo— yo también me siento así.
—¿Y está bien odiar a los demás por ello?
—No lo está, Erin. ¿Pero qué podemos hacer?
—Dejar de sentirnos de esta manera.
—No parece fácil.
Aparta su mano, la mira por un buen tiempo y luego deja caer su mirada en mí. ¿Sabrá todo de mí? ¿Será que, Jasper, de todas las personas en este mundo, ya conoce quién soy en realidad sin tan siquiera yo saberlo? Porque me mira, y al hacerlo quiere gritarme todo aquello que deseo saber, pero que, por culpa del destino, la vida y el universo entero, no puede decirme. Ya que se supone soy yo quién debe resolverlo.
¿Lo sabe? Sabe que me siento perdida desde la vez que vi a una mujer suicidarse saltando de un edificio, sabe que desde ese entonces ella es mi pesadilla y que, tras todos estos años, no dejo de pensar en que fui la única capaz de salvarle, pero no hice nada por miedo. ¿Lo sabes, Jasper? Sabes cargo con una culpa enorme y con el hecho de que en casa soy tan solo la sombra de Becca; sabes que odio el tenis, que no sé si soy tormenta y que quizá, de todas las Erin que pretendo ser: no me gusta ninguna.
Que le temo a la muerte, pero también a la vida y que eso, para mis diecisiete años de edad es un gran problema.
—Te das cuenta que, de todos los adolescentes del mundo, sentimos que nosotros somos los únicos que la pasamos mal.
