Escuchar: Candy Says, The Velvet Underground.
Advertencia: siento que este capítulo es un poco duro, por favor leer bajo tu propia responsabilidad. Psdta: si te encuentras en una misma situación a la de este capítulo, no dudes en pedir ayuda.
Me tumbo en el suelo. El uniforme puesto, los vidrios recogidos en un envase transparente, un poco de sangre en el dedo anular, no he sido cuidadoso y me he cortado. Aun así, no le presto la atención. Tan solo miro al techo y cuento cada uno de los tornillos que sobre salen de las baldosas e imagino a la abuela y al abuelo comprando esta casa. Papá pequeño, sin tan siquiera saber nada sobre el mundo y sobre mí. Y quizá, tan solo quizá, un Charlie distinto al que sube las escaleras y se acuesta a mi costado.
Lo acaricio.
Minutos después dejo de hacerlo para tantear entre la alfombra al papel arrugado y gastado aun lleno de arena. A su lado un bolígrafo rojo. Los tomo, los elevo por sobre mi cabeza y tacho esta vez sin fuerza el punto 5 y 6. Esta vez no hay agua de mar que le salpique, tan solo una sonrisa pequeña que remarca mi rostro.
Acaricio el pecho de Charlie, dejando caer mi mano a mi costado, mirando de nuevo las baldosas y cerrando los ojos tan solo un instante. Pienso en mamá desde el día en que besé a Erin. Pienso en mamá porque aún tengo conversaciones junto a ella que llenan mi mente cuando todo está en silencio.
— ¿Sabes que me gustaba de ella, papá? — murmuro. Nadie en la habitación, nadie que me escuche, ni tan siquiera papá a quien se supone le dirijo mis palabras— Me gustaba cuando te besaba y en medio del beso sonreía.
Trago fuerte. Charlie gruñe de placer ante mis cosquillas. Finjo que esa es la única respuesta que recibiré en toda mi vida: un gruñido profundo. Y sé que no debo fingir, porque esa será la única respuesta. Tanto para mi realidad como para mis recuerdos.
— ¿Debería bajar? — miro a Charlie de reojo, se queda quieto, con las patas levantadas y su lengua rosada colgando de su boca— Ojala pudieras hablar, Charlie. Creo que serías a quién le contaría todo de mamá sin miedo a destrozarme. Todos sus recuerdos, todas sus sonrisas y todo aquello que una vez me dijo y por lo único que creo debo vivir.
Aunque viva de su recuerdo tengo en claro que existe un presente frente a mí. ¿Pero cómo hago cuando en mis recuerdos no existen los problemas? Tan solo mamá siendo mamá; papá sonriendo sin tener miedo a que lo vean sonreír. Todo ese tipo de cosas que me hacían feliz.
— ¿Ya lo has pensado?
Bajo las escaleras diez minutos después. Me detengo frente al umbral. Charlie logra correr lo suficiente como para resbalarse sobre el suelo y terminar entre mis piernas.
— ¿Pensar en qué, papá?
Lo miro por sobre el hombro. Su cabello corto al ras, la taza humeante que sostiene entre las manos y un semblante cansado que me hace querer gritar frustrado. Se apoya contra la pared, me analiza como nunca lo ha hecho y piensa muy bien lo que está por decir.
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¿Quiénes somos de noche? ✅
Teen FictionÉl cree en las sensaciones raras. Ella en las personas tormenta. ...... Jasper Klein termina en Nashville, Tennessee, sin saber muy bien por qué. Lo poco que sabe es que su padre no puede seguir trabajando y que la casa de sus abuelos se ha puesto e...