🌙Capítulo 20| Jasper.

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Escuchar: Candy Says, The Velvet Underground.

Advertencia: siento que este capítulo es un poco duro, por favor leer bajo tu propia responsabilidad. Psdta: si te encuentras en una misma situación a la de este capítulo, no dudes en pedir ayuda. 

Me tumbo en el suelo

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Me tumbo en el suelo. El uniforme puesto, los vidrios recogidos en un envase transparente, un poco de sangre en el dedo anular, no he sido cuidadoso y me he cortado. Aun así, no le presto la atención. Tan solo miro al techo y cuento cada uno de los tornillos que sobre salen de las baldosas e imagino a la abuela y al abuelo comprando esta casa. Papá pequeño, sin tan siquiera saber nada sobre el mundo y sobre mí. Y quizá, tan solo quizá, un Charlie distinto al que sube las escaleras y se acuesta a mi costado.

Lo acaricio.

Minutos después dejo de hacerlo para tantear entre la alfombra al papel arrugado y gastado aun lleno de arena. A su lado un bolígrafo rojo. Los tomo, los elevo por sobre mi cabeza y tacho esta vez sin fuerza el punto 5 y 6. Esta vez no hay agua de mar que le salpique, tan solo una sonrisa pequeña que remarca mi rostro.

Acaricio el pecho de Charlie, dejando caer mi mano a mi costado, mirando de nuevo las baldosas y cerrando los ojos tan solo un instante. Pienso en mamá desde el día en que besé a Erin. Pienso en mamá porque aún tengo conversaciones junto a ella que llenan mi mente cuando todo está en silencio.

— ¿Sabes que me gustaba de ella, papá? — murmuro. Nadie en la habitación, nadie que me escuche, ni tan siquiera papá a quien se supone le dirijo mis palabras— Me gustaba cuando te besaba y en medio del beso sonreía.

Trago fuerte. Charlie gruñe de placer ante mis cosquillas. Finjo que esa es la única respuesta que recibiré en toda mi vida: un gruñido profundo. Y sé que no debo fingir, porque esa será la única respuesta. Tanto para mi realidad como para mis recuerdos.

— ¿Debería bajar? — miro a Charlie de reojo, se queda quieto, con las patas levantadas y su lengua rosada colgando de su boca— Ojala pudieras hablar, Charlie. Creo que serías a quién le contaría todo de mamá sin miedo a destrozarme. Todos sus recuerdos, todas sus sonrisas y todo aquello que una vez me dijo y por lo único que creo debo vivir.

Aunque viva de su recuerdo tengo en claro que existe un presente frente a mí. ¿Pero cómo hago cuando en mis recuerdos no existen los problemas? Tan solo mamá siendo mamá; papá sonriendo sin tener miedo a que lo vean sonreír. Todo ese tipo de cosas que me hacían feliz.

— ¿Ya lo has pensado?

Bajo las escaleras diez minutos después. Me detengo frente al umbral. Charlie logra correr lo suficiente como para resbalarse sobre el suelo y terminar entre mis piernas.

— ¿Pensar en qué, papá?

Lo miro por sobre el hombro. Su cabello corto al ras, la taza humeante que sostiene entre las manos y un semblante cansado que me hace querer gritar frustrado. Se apoya contra la pared, me analiza como nunca lo ha hecho y piensa muy bien lo que está por decir.

¿Quiénes somos de noche? ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora