Escuchar: Safe and Sound, Capital Cities.
Llego a casa corriendo, el abuelo me ve desde el porche con el ceño fruncido. Subo a mi habitación con prisa, me deshago del uniforme, lo cambio por una camisa, pantalones de mezclilla y un abrigo. Bajo las escaleras y en el último escalón lo recuerdo: la guitarra. Vuelvo a subir, tomo la guitarra y bajo hasta llegar a la cocina. La abuela me sonríe, beso su mejilla y tomo un poco de agua. Papá no está, no importa.
— ¿Regresarás para la cena?
Me detengo en el umbral que divide a la cocina del pasillo.
—Tal vez no.
— ¿Me dejas hacerte una merienda?
Trago fuerte el nudo en mi garanta. Desearía no tener que verle al rostro, para tan solo asentir y que esa fuese respuesta suficiente. Pero si algo he aprendido en estos días junto ella, es que, no le basta con un movimiento de cabeza ni con unas sonrisas cortas. Ella vive de las palabras, se alimenta con ellas y puede hasta que, de noche, mientras duerme, las desborde y sea por ello que el abuelo no duerma.
—Una merienda estaría bien —accedo.
— ¿Jasper?
Espero unos segundos para contestar.
— ¿Sí?
—Por favor, mírame. No muerdo.
Cierro los ojos un instante. Ojalá existiera una ley que le prohibiera a los demás exigir. Sería genial. Cuantos momentos indeseados me hubiera ahorrado, cuantas charlas sin advertencia, salidas aburridas y necesidades de despertar temprano. De existir dicha ley me hubiese ahorrado varios instantes de mi vida que no quiero recordar.
Aun así, doy media vuelta sobre mí mismo eje, y miro a la abuela Bruna. Su sonrisa con arrugas abultadas en las comisuras de sus labios me recibe; y sus ojos, por si fuera poco, se achican con el acto. Es tan abrazarle, tan adorable.
—Estás tan guapo —dice como si me contara un secreto— igual a Jerry, y tan callado. ¿Por qué te guardas tanto, Jasper?
Se acerca con sus pies enfermos, es más, se arrastra un poco. Llega hasta a mí y con su palma abierta y cálida toca mi pecho, donde siente mi corazón acelerado. Y por un instante siento las lágrimas acumularse en la cuenca de mis ojos, como si, al presionar mi pecho, activara la abertura que sostiene mis lágrimas, permitiéndoles sin mi consentimiento, salir y drenarme por completo hasta que no quede alguna.
Que se aleje, no quiero que me haga amarla, no quiero que ella me ame a mí. Llevo años deseando sentir, pero ahora mismo no estoy preparado para ello. Debería llevar un cartel que lo indique: "Jasper Klein, aun no disponible a sentir".
—No guardo nada —le contesto. Me mira con sus ojos chocolate y una expresión de soy anciana, llevo más años que tú con los pies en la tierra, y piensas mentirme— bueno... guardo poco, pero no siempre tengo que estar diciendo todo a todos.
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¿Quiénes somos de noche? ✅
Fiksi RemajaÉl cree en las sensaciones raras. Ella en las personas tormenta. ...... Jasper Klein termina en Nashville, Tennessee, sin saber muy bien por qué. Lo poco que sabe es que su padre no puede seguir trabajando y que la casa de sus abuelos se ha puesto e...