🌙Capítulo 11| Erin.

685 84 18
                                    

Escuchar: Fire Stone, Kygo.

Escuchar: Fire Stone, Kygo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¿Deberíamos parar?

Sostengo la botella del cuello, Jasper lo hace por la parte baja. Sus mejillas morenas han adquirido un color rojizo que le queda chistoso. Y su mirada, que siempre es impávida e inexpresiva, brilla.

—Deberíamos nadar un poco.

— ¿Y si nos ahogamos?

— ¿Por el agua o por la bebida?

— ¿Piensas llevar la bebida a nadar?

Nos miramos fijamente, su mirada color chocolate sobre mí, sus mejillas sonrojadas, el brillo que cubre su mirada, y sus dedos que rosan las palmas de mis manos mientras movemos la botella en una lucha indiscutible: todo se siente tan ligero, tan suelto y libre. Se siente como flotar, como tomar medicina y dormirse al instante después de tantas noches sin haberlo hecho; se siente tan bien como flotar sobre el agua y quedarse ahí, bien quieto, sintiendo como los pequeños movimientos del mar nos hacen ir y venir. Sin saberlo o sabiéndolo, comenzamos a reír con fuerzas. Los dos dejamos la botella sobre la arena y reímos sintiendo como el pecho nos retumba.

Lucho por la risa para poder mirarlo al rostro, porque es la primera vez que lo veo reír, y no quiero perdérmelo, aunque lo olvide mañana porque hemos bebido la mitad de la botella en silencio.

—Sin la botella, sin la botella —arrastra la palabras mientras se coloca en pie, yo aún rio acostada en la sabana.

Jasper se quita el abrigo, luego el pantalón y queda únicamente en bóxer. Siento mi rostro enrojecer y calentarse a un más, pero esta vez no es por la bebida. Es por él. Pero debido a su embriaguez, no parece notarlo. No parece notar que examino su cuerpo, examino su pecho, su abdomen, la parte alta de sus brazos y sus piernas.

Y pienso: vaya que si es delgado. Sí que lo es.

— ¿Debería desnudarme? —las palabras me salen enredadas, no las entiende.

Avanza tambaleante hasta la orilla, yo tomo otro trago de la botella y suelto un grito dejando ir el ardor. Camino hasta él como si flotara en el aire. Como si el frio y la noche no existieran y los dos fuésemos dueños del universo, de las estrellas. Como si yo fuese dueña de un Jasper que se mueve con el ir y venir de las olas; y él fuese dueño de una Erin borracha de vida, de licor y de un sentimiento extraño que le ronda en el pecho.

—Ven, Erin. Mira las estrellas junto a mí.

Camino hasta que el agua rebaja mis rodillas, no siento frio, ni miedo o nervios. Tan solo siento como en mi pecho millones de sensaciones se unen para hacer retumbar a mi corazón, mientras que, con la brisa haciendo a su antojo mi cabello, miro como Jasper no aparta la vista del cielo. Hasta que se sumerge por completo, y tan solo queda la noche, unos cuantos faros a lo lejos y yo, con los pies rozando la arena de la profundidad y perdida con la mirada hacia el cielo.

¿Quiénes somos de noche? ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora