🌙Capítulo 25| Erin.

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—Somos quienes siempre quisimos ser

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—Somos quienes siempre quisimos ser. Más verdaderos, auténticos y capaces de comernos al mundo sin miedo a lo que nos pueda suceder. Somos valientes porque de noche es que se crean los sueños.

No temí por la manera en que me hizo la pregunta, ni mucho menos cuando, tras haber recorrido todo el sendero, se detuvo sin saber por qué y me besó. No temí a la necesidad casi desesperante que desprendía su cuerpo. Ni al abrazo antes de haber bajado del autobús, ni cuando, tras yo haber llegado a casa luego de un fin de semana totalmente confuso, él escribió a mi celular pidiendo nunca dejarlo ir.

Pero debí hacerlo, debí temer a todas y cada una de sus acciones. Desde esa pregunta hasta el que haya aceptado mi respuesta; desde que me besó hasta cuando se despidió. Debí temer tanto como para volverme paranoica y nunca separarme de él. Quizá, tanto solo de esa manera, me hubiese dado cuenta por fin, que había cosas en Jasper que se estaban destrozando y causando que partes de él se cayeran por donde quiera que pasara.

Si lo hubiese abrazado un poco más me hubiese dado cuenta que todo ese dolor del que siempre ha hablado era suyo, y que su concepto de temerle a la vida era porque en realidad quería morir. Pero ni ese fin de semana, ni las dos semanas siguientes, tuve idea de ello. Fui tan solo un ancla que cayó al mar sin tan siquiera saber por qué pero que aun así no flotaba a la superficie en busca de respuesta.

Me dediqué a disfrutar del momento. Me dediqué a mirarle sonreír cada vez que Alba se volvía más cuidadosa con los demás y cuando, tras dos días sin habernos hablado, Darrell tuvo la valentía de disculparse con los chicos del equipo y de pedirnos, con el rostro rojo, sentarse junto a nosotros en el almuerzo.

Vi a Jasper ser feliz con los demás cuando algo, muy en el fondo, lo consumía y no le permitía vivir. Pero nunca lo super, joder, nunca me di cuenta porque su sonrisa y palabras eran tan firmes que sería imposible darse cuenta de algo, como cuando un niño al caer no lloraba a pesar de ver sangre, pero muy dentro de él, existía un ardor y dolor insistente en su herida.

¡Jasper era ese niño, joder!

Y no tuve idea de nada hasta que sucedió. Hasta que recibimos nuestra primera charla sobre salud mental.

—¿Puedes creer que la mayoría prefirió el taller de sexualidad? —Alba choca contra una chica, se disculpa y regresa corriendo a mí— No está mal, digo, pero sé que la mayoría lo ha hecho para que les obsequien condones y luego llenarlos con agua para hacerlos rebotar.

Miro a la cabellera castaña por encima de mi hombro. Su labial rojo, rubor en las mejillas, la línea negra del parpado perfecta y su alaciado sin necesidad de retocar. Le sonrío, Alba parece fastidiada y divertida al mismo tiempo; parece más ella a pesar de encontrarse en el punto alto de la tormenta donde todo lo que la toque duele.

—¿Qué te enfada más? —cuestiono divertida— ¿El que les obsequien condones o el que los llenen de agua?

—Me enfada que no los usen, Erin. Eso es lo que me enfada —vocifera— luego dicen que los adolescentes no se protegen y es por sus culpas, porque en los talleres de sexualidad se la pasan jugando.

¿Quiénes somos de noche? ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora