Él cree en las sensaciones raras.
Ella en las personas tormenta.
......
Jasper Klein termina en Nashville, Tennessee, sin saber muy bien por qué. Lo poco que sabe es que su padre no puede seguir trabajando y que la casa de sus abuelos se ha puesto e...
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Existen personas que son tormenta. Que no tiene miedo a nada, que se arriesgan con todo; que a pesar de perder creen ganar. Las personas tormenta truenan, ventiscan y se llevan todo su paso sin miedo a ser feliz. Son valientes, rudas y muy dispuestas a conquistar el mundo sin tan siquiera preguntarse por qué.
¿Era yo una persona tormenta? Desde hace mucho que la respuesta a dicha pregunta había dejado de importarme. Aprendí a darle importancia a otras cosas que me carcomían el alma con más intensidad y por las cuales si debía preocuparme. Entendí al fin que, mi problema no se derivaba de ser o no ser una persona tormenta: tan solo se derivaba de que yo misma me comparaba con los demás y buscaba ser alguien más allá de quién no era en realidad.
Buscaba ser el reflejo de Becca, buscaba agradarles a las personas que yo llamaba tormentas porque las creía mejor que yo. Era una gigante con complejo de enano.
Al fin entendía que todos éramos una persona tormenta. No importaba cuándo, dónde ni por qué. Todos guardábamos truenos que a veces hacían arder y muchos otros que iluminaban sin miedo alguno. Yo lo era, Becca también, Darrell, Alba, papá, mamá... y sobre todo Jasper. Tan solo que, tanto sus truenos como los míos, llegaron en un momento inoportuno donde lo único que pudimos ocasionar, sin evitar, fue un corto circuito.
-Erin, princesa. ¿Todo listo?
Sostengo en mi mano empuñada al dije que cuelga de mi cuello. Detallo su forma con mi dedo, intento aprenderme de memoria todos sus bordes como si me fuese necesario para vivir. Me miro en el espejo, sentada ante el buró, y no entiendo cómo tengo fuerzas para ir al baile cuando hay todo un malestar dentro de mí que no comprendo.
-¿Erin?
Miro a papá por el reflejo, su sonrisa decae cuando nota que no puedo retener el llanto. Entonces es como si un candado dentro de mí se desatase y en cuestión de segundos me encuentro llorando, haciendo del maquillaje en el que me ayudó Becca, un desastre.
-¿Princesa, por qué lloras?
-¿Por qué siempre vemos el lado malo de todo, papá? -se coloca de cuclillas, me abraza por los hombros mientras me refugio en su pecho. No evito gimotear con los ojos cerrados, como una niña tras caerse del columpio- Siento como si todos viésemos el lado negativo de la vida y eso me angustia.
-¿Por qué piensas en ello?
Separo mi rostro de su cuello, lo miro con las lágrimas rodándome en las mejillas y un puchero lleno de tristeza.
-Porque me he enamorado, papá -confieso- ¿por qué el primero amor duele tanto?
Limpia mis lágrimas, sé que se abstiene de la risa. Lo puedo notar por como niega divertido mientras toma pañuelos de papel y los pasa por mi rostro deshaciéndose del ya desastroso maquillaje.
