Escuchar: Girl Crush, del poderosisímo Harry Styles.
No voy a clases el lunes por la mañana.
Espero con la vista puesta en las baldosas de madera que sostienen el techo, espero a que papá suba por las escaleras, toque mi puerta y me diga que voy tarde, que el desayuno ya está listo y que esta vez sí podré subir al autobús e irme al instituto. Pero ni una cosa ni la otra suceden, no hay pasos en las escaleras, ni nudillos que golpeen la puerta. Tan solo hay silencio, y un frio descomunal que me obliga a subir las sabanas hasta la mitad de mi rostro y quedarme ahí.
Con la mente en blanco y un bajón de sentimientos que poco a poco que consume.
Desearía, no, exigiría por primera vez en mi vida que papá me regañase por no ir a clases, que demostrara cuan enfadado se encuentra por mis notas bajas, por no relacionarme con nadie en clases y por nunca hacer las tareas. Pero no es así, ya que nunca he faltado, nunca he bajado mis notas y siempre, aunque me cueste, me relaciono con mis compañeros de clase.
¿Debía yo, por un gusto egoísta y necesidad, ser un mal hijo para que solo así me padre reacciona, saliera de esa burbuja anti-sentimientos, y se diese cuenta que su hijo está, técnicamente, mal?
Cierro los ojos.
Y no los abro hasta que el frio aumenta, y la noche ha caído. Y papá ha regresado de dónde se supone haya ido, y la voz de mis abuelos retumba en la parte baja. No me despierto hasta que siento mis ojos doler por mantenerlos cerrados por tanto tiempo, hasta que mi cuerpo se entumece y me pide levantarme.
Es más, cada musculo de mi cuerpo me implora colocarme en pie. Como bueno anfitrión lo hago. Salgo de las sabanas, tomo de la ropa que aún se encuentra en las valijas y abro lentamente la puerta, que cruje por su vejes. Camino hasta el baño y tomo una ducha.
Al salir, miro mi reflejo en el espejo. Miro al chico moreno de dieciocho años, que intenta con pena darme una sonrisa. Yo niego, le hago saber que una sonrisa no me será suficiente. Luego me visto, seco mi cabello y regreso a mi habitación. Ahí lleno un bolso con ropa, mantas y un pedazo gastado de papel. Me lo echo al hombro y bajo hasta la cocina.
— ¿Cuándo has entrado que no te he visto? —el abuelo Charles apunta su bastón hasta mí, impidiéndome cruzar la cocina— Ahg, si mírate, tienes un rostro tan cansado, no fuiste ni a clases, ¿así quieres seguir con tu vida? Le diré a tu padre.
—Hoy no tenía instituto —miento.
Deja caer su bastón al suelo, yo cruzo con rapidez al otro extremo de la cocina. Busco entre los cajones, miro de reojo de vez en cuando al abuelo, quien no aparta su mirada acusadora de mí. ¿Cuánto lo jodieron? ¿Cuánto tuvo que soportar que ahora lo deja caer sobre mí? ¿Me odia? ¿Soy un reflejo de uno de sus miedos? ¿O tan solo lleva tanto tiempo siendo un viejo que quiere sentirse joven molestando de mí?
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¿Quiénes somos de noche? ✅
Ficção AdolescenteÉl cree en las sensaciones raras. Ella en las personas tormenta. ...... Jasper Klein termina en Nashville, Tennessee, sin saber muy bien por qué. Lo poco que sabe es que su padre no puede seguir trabajando y que la casa de sus abuelos se ha puesto e...