6. Escándalo social.

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En algún punto del día, el estómago de Aline reclamaba por alimento haciendo que la chica diera fin a su descanso.

—Estoy hecha añicos— Mencionó azotando las manos en la cama.

No mentía. El encuentro sexual con Mattew la tenía agotada, pero lo que más la ponía en ese estado era por supuesto el persistente dolor en el tobillo. El ungüento que aquel hombre le aplicó pareció aliviar la dolorida zona por un tiempo, sin embargo ahora lo comparaba como tener una toronja en lugar de tobillo.

Con dificultad se levantó de la cama yendo a la cocina, lugar donde la joven pelirroja engullia gustosa su tazón de ramen.

—¡Hola!

—Hola ¿Qué no deberías estar en clases ahora?

—Son ya las tres de la tarde, fui a mis primeras materias después no tenía nada que hacer en el campus así que volví, tú... ¿Estuvo buena la fiesta?— preguntó con una sonrisa juguetona en los labios.

En cambio Aline recordó la escenita de la fiesta ocasionando un amargo sabor de boca.

—Ni me lo recuerdes por favor.

Marissa observó los movimientos de su casera, bajando la mirada hasta sus pies encontrando que esta estaba herida.

—Mi Dios ¿Qué te ocurrió?

—Una caída, algo sin importancia— Aline trató de restar importancia mientras abría un cajón con medicinas y tomar algún analgésico.

—Debes ser más cuidadosa, supongo que llegaste entrada la madrugada ya que ni siquiera noté tu regreso.

—Algo así.

Aline no vió la necesidad de contarle sus encuentros clandestinos a una adolescente, no quería ser ella la causante de despertar ciertos deseos a la joven.

Durante la comida charlaron un poco de esto y aquello hasta que el timbre sonó interrumpiendolas.

—¿Quién podrá ser?

—Tranquila, lo que menos necesita ese pie es moverse, yo abriré.

Así pues Marissa fue a atender a la puerta encontrando a un hombre bastante mayor quien la miraba con mala cara.

—¿Aline adopta pordioseros?

Marissa arrugó la frente ante la ofensiva palabra— ¿Disculpe? Mi nombre es Marissa Roussel y no soy ninguna pordiosera, en cambio usted señor es una persona bastante grosera y desagradable.

—Mocosa insolente, ya verás...— Sosteniendo el delgado brazo de la joven, tiró de ella levantando ligeramente su menudo cuerpo, cosa que hizo se quejara de dolor.

—¡¡SUELTALA!!— El grito de Aline hizo que ambas personas se apartaran— ¿Qué haces aquí? Sabes que odió vengas a mí casa.

—Fui yo quien compró este lugar ¿Lo olvidaste ya?

Escucharlo hizo que la rubia apretara sus puños. El odio que sentía por ese hombre parecía ir en aumento cada día que pasaba.

—Marissa, cariño ve a tu recámara por favor.

La pelirroja escudriño al hombre que claramente era un peligro, temía dejar sola a quien consideraba una amiga. Tras escuchar una vez más la petición que más bien sonaba como súplica, no le quedó remedio que aceptar.

—Llámame si necesitas ayuda.

—Malcriada insolente— El hombre no tardó en replicar a lo que escuchaba observando a la mujer marcharse— No sabía que tenías esa clase de persona en mi departamento.

Bajo la máscara IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora