12. Tempestades.

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Marie es una mujer rencorosa, además de ambiciosa. Escuchar a su ex marido referirse a ella como la "mujerzuela" hizo que aquella mujer que defendía se volviera ya su enemiga y si no fuera poco observo a su única hija acercarse a la rubia con un rostro cargado de preocupación.

-¿Cómo va tu pie? Lamento haberme ido.

-Está bien rojita, entiendo que tienes una vida universitaria.

Ambas personas se sonrieron la una a la otra ocasionando así que Marie diera inicio a su rivalidad.

-No deberías acercarte a esa clase de mujeres Marissa. No te he criado para ser la nana de nadie, que poquito amor propio te tienes.

La joven agachó la cabeza sintiéndose como siempre insuficiente a los ojos de su madre, esa era una de las principales razones por las que decidió venir a Manhattan.

-¿Qué le duele?- la voz de la rubia por fin se hizo escuchar con calma, pero con palabras filosas- ¿será que le pudre ver qué otras personas traten mejor a su hija de lo que usted la trata? Sí Marissa quiere ser nana, bailarina o puta es su decisión.

-Aline...- la joven se sintió avergonzada por lo último.

-Bueno, bueno. No tanto así, a lo que me refiero es que ya no es una niña y puede hacer con su vida lo que mejor le parece.

Marie podía soportar en silencio muchas cosas, pero que se metieran en sus dominios y minimizaran su poder, eso era su límite. Tomando desprevenidos a todos la firme mano golpeó con fuerza la mejilla de Aline dejándola rojiza.

-¡MARIE!

-¡MAMÁ!

Marissa y Matthew gritaron al mismo tiempo. Él por su parte dió un paso al frente con el fin de sacar a la madre de su hija del lugar, pero Aline le detuvo interponiendo su brazo.

-Admito que tiene una mano bastante fuerte, y aunque bien puedo reaccionar de la misma forma defendiéndome ¡No lo haré! Porque para tener clase, hay que nacer con ella.

-Maldita mujer.

-Vaya, miré la hora, es bastante tarde y de seguro tiene sapos que atrapar y pociones que crear- Aline tomo fuerza para no tambalearse debido al dolor en su pie tras las horas de movimiento. Sujetando a la mujer del brazo, tiró de ella a la salida.

-¿Me acabas de llamar bruja? Esto no se va a quedar así.

-Me temo que sí y espero no volver a ver su arrugada cara de nuevo.

Al final terminó por lanzarla fuera del departamento para cerrarle la puerta en las narices. Los dos pares de ojos la miraron más que sorprendidos.

-¡ESTO NO SE VA A QUEDAR ASÍ!

No importó que la madre de Marissa gritara enfadada al otro lado de la puerta, nadie volvió a abrirle.

-Que mujer tan difícil- mencionó Aline colocando sus brazos en jarras.

-¿Por qué hiciste eso?- cuestionó Matthew frotando su cien ante el creciente dolor de cabeza.

-Porque no eres capaz de defender a nadie, tuve que hacer el trabajo por tí- Aline llevó su vista a la triste chica- rojita lamento eso, sé que es tu madre, pero ni ella puede dictar en tu vida.

Era una pena que la misma Aline no pudiese seguir su propio consejo.

-Debes ir a descansar, crees que no sé que te duele, mira ese tobillo.

-Pues llévame tú.

Marissa no estaba enojada con Aline por como había tratado a su madre, es más le agradecía que por fin alguien le diera su lugar como una adulta capaz de tomar decisiones, pero ver a su madre molesta en esa escala fue demasiado duro para ella.

-Lo siento, yo... Iré a mi habitación.

Matthew estaba dispuesto a ir tras su hija, sin embargo la mano de Aline lo detuvo.

-Dale su espacio.

-Es una niña.

-No. Marissa no es una niña, es una mujer, solo necesita reflexionar por sí misma.

Probablemente era verdad así que Matt desistió para darle su espacio.

-Ahora llévame a descansar y prepárame algo de comer.

-Te tomaste en serio eso de sentirte como en casa ¿No?

Aline levantó los hombros antes de ser tomada en brazos.

En el auto directo a ver a su amante, Marie estaba furiosa tras ser botada y humillada por esa mujer que parecía querer tomar su lugar o al menos así lo pensaba ella. En cuanto llegó a la casa que le había sido regalada, un hombre relativamente mayor se acercó a recibirla

-¿Dónde te has metido?

-Yo... Fuí de compras y pasé a ver a mi hija.

-Casi olvido que la tienes ¿Cómo es que se llama?- preguntó aquel hombre más por cumplir que por interés.

-Marissa.

El mayor asistió, la verdad aquello le daba exactamente igual.

-¿Cuándo vuelves a Londres?

-Roger, acabo de llegar y ya quieres que vuelva.

-Tontita. Estoy feliz de tu visita, pero no puedes estar aquí mucho tiempo, tengo planes que cumplir antes de ir contigo.

La mujer sonrió esperanzada. Roger ha sido su amante por muchos años incluso cuando aún estaba esposada a Matthew.

-Esta bien. Solo debo encargarme de una maldita mujer que me ha tratado de la peor forma, cariño... Quiero hacerla tragar lodo hasta llenarle su altanera boca.

Roger se enorgulleció de escucharlo. Marie era una mujer vengativa y quizá esa era una de las razones por las cuales la mantenía a su lado.

-Sabes que puedes contar conmigo ¿Quién es esa mujer?

-Una vulgar que está en casa de mi ex compartiendo espacio con mi hija, tiene un nombre igual de corriente, era... Aline algo, mmm...

El hombre frunció el entrecejo al escuchar el nombre, o era demasiada casualidad, o la vida le estaba dando más razones para destruir a esa persona.

-¿Aline?

-Sí. Aline Thompson.

Las curvaturas de los labios del mayor se ensancharon. Ahora tenía una herramienta más para destruir a aquella mujer, sin contar con los otros secretos que tenía guardados para ser utilizados en su momento.

Bajo la máscara IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora