9. Desayuno casi perfecto

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Después de instalarse correctamente en la habitación de Mattew y cambiarse a ropa de cama, Alien no podía conciliar el sueño. Los sucesos ocurridos en su departamento la agobiaban pensando en las nefastas consecuencias de su rebelión. Ahora las esperanzas de ver a su único hijo eran una en un millón. En el proceso de asimilación y un intento de desahogo presionó con fuerza su mejilla en la húmeda almohada, sus lágrimas no dejaban de fluir, hasta que por fin el agotamiento físico y mental la venció.

Entrada la madrugada una sigilosa sombra entró en la habitación solo para contemplar a la joven rubia quien yacía con el ceño fruncido. Sin duda Mattew pudo percibir que algo andaba mal con esa chica y que estaba lidiando sola con sus propias batallas.

—Eres todo un misterio Aline— Matt acarició inconsciente la mejilla ajena.

—Tarado.

Mattew apretó los labios en un intento por no reír y consecuencia despertarla. No tenía idea de si su voz había llegado al subconsciente de Aline, sin embargo pudo sentirse ligeramente aliviado al ver que su ceño dejaba de estar fruncido.

Abandonando la habitación, el resto de la noche culminó.

Durante la mañana, los rayos del sol atravesaron las persianas de la alcoba principal ocasionando que Aline abriera los ojos paulatinamente. Nunca fue perezosa así que teniendo el más posible de los cuidados se levantó apoyándose de donde fuere para no perder el equilibrio. Una vez logrado su objetivo se colocó la fina bata de seda negra para así salir de la habitación. Una vez en el pasillo sus fosas nasales fueron inundadas por un aroma tan agradable que la hizo babear.

—¿Huele a pancakes?— mencionó a la par que llegaba a la pieza principal, ahí no había muros, así que apenas asomó las narices visualizo a Mattew de espaldas frente a la estufa.

—¡Oh! ¿Te despertaste ya?

—Dudo ser un holograma ¿Por qué preguntas lo obvio? ¿Eres ciego?

—Vaya, lo tuyo no es despertar de buen humor.

Ambos se miraron un tiempo tratando de leer los pensamientos del otro, cosa que era totalmente imposible. Un bostezo acompañado de un buenos días los sacó de su letargo.

—¡Woooa! Eso huele de maravilla, papá... ¿Cocinaste tú?

—Lo hice.

Marissa corrió a la mesa observado que ahí yacían tres platos con pancakes recién hechos, fruta picada y jugo fresco. Por más que trataba de recordar cuando fue la última vez que su padre hizo algo así por ella o si madre, nada venía a su mente. La joven pelirroja volvió su vista a Aline quien seguía aparentemente pelando con su padre.

—Vamos ya que se enfría y muero de hambre.

En medio del desayuno Marissa habló de como le estaba yendo en la universidad y acerca de los nuevos amigos que estaba haciendo, incluso mencionó a cierto chico que captó su atención. Escuchar eso ocasionó que Mattew reprendiera a su hija, lo que no esperaba era que Aline saldría a su defensa.

—Yo no le veo nada de malo. La niña es joven y tiene que adquirir su propia experiencia, además...

Padre e hija miraron a Aline mientras continuaban desayunando, en espera del resto de su discurso.

—Tienes cara de ser haber sido un maldito fuckboy, seguramente te tirabas a todas las que tuvieran tetas y culo.

Mattew escupió su bocado apenas escuchó semejantes palabras.

—¿Puedes cuidar tu lenguaje? Es mi hija la que está presente.

—¡Hipócrita! Lo que quiero decir linda es que puedes hacer un papalote con tu vida, encontrarás hombres desgraciados que no valdrán la pena— dicho eso miró al padre de la joven con una sonrisa fugaz antes de volver su atención a Marissa— Encontrarás amigos leales y otro que simplemente buscarán un beneficio personal al estar a tu lado. Todo eso lo vivirás y solo tú te harás fuerte de esas vivencias, así que ya lo dijo Ricky Martin ¡Vive la vida loca!

Bajo la máscara IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora