27. Encuentro nocturno

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El corazón de Aline se aceleró inexplicablemente mientras se dirigía donde su amigo Joel, quién no demoró en darle un ligero golpe hombro a hombro mirando al "chofer".

—Parece que lo pasarás muy bien esta noche.— la voz de Joel tenía un ligero aire de burla y diversión.

—Creo que no debí venir aquí.

—¿Por qué? El chofer tiene buen cuerpo y es alto, puedo asegurar que aunque no se le ve la cara puede hacerte olvidar todo ya que eso es lo que quieres ¿No es así?

Aline guardo silencio mordiendo su labio sin apartar la vista del hombre que claramente también la miraba a ella. La rubia no pudo evitar pensar en Matthew y en su reacción si se enterase de lo que estaba por hacer.

—Creo que tienes razón, ya que estoy aquí debería disfrutar.

Joel sonrió recordando una charla previa con su "chofer" y antes de permitir que Aline se marchase añadió.

—Por cierto, hace unos días ví a Matthew Rousell.

Aline miró rápidamente a su amigo, estaba claro que le había hablado de él y otros asuntos ya que confiaba en su amistad y discreción, pero jamás le había mostrado como era ni siquiera en foto.

—¿Cómo sabías que era él? Quizá lo estás confundiendo con alguien más.

—No me equivoco ya que estaba con una chica muy guapa que conozco bien.

Al escuchar esas palabras el ceño de Aline se frunció ocultando los celos que la carcomian ¿Qué hacía Matt con otra chica? ¿Tan rápido la había olvidado ya? La rubia quería hacer esa y más preguntas, sin embargo es consciente que fue ella misma quién le ha dejado el camino libre por lo que se contuvo de preguntar algo que quizá la lastimara, no obstante Joel pasó por alto la reacción de Aline y continuó.

—Yo creo que también mereces un poco de diversión— levantando su copa señaló al tipo de la máscara— qué mejor si se trata de un desconocido.

Aline apretó los labios molesta y sin más asintió.

—Estas en lo correcto. Matthew es un hombre libre y puede hacer lo que quiera al igual que yo. No estoy actuando por impulso o celos. No señor, nada de eso.

—Yo no di...

—Me voy ya.

Aline bebió la copa de su amigo de un trago antes de ir dónde el "chofer" ignorando la seña que Joel le hacía al mismo.

—Parece que eres mi pareja está noche ¿Estás bien con eso?— preguntó la rubia observado al hombre asentir.— bien entonces vamonos.

Tirando de la corbata del tipo salieron del lugar hasta el estacionamiento y mientras avanzaban las palabras de Joel resonaban el la cabeza de Aline lo que la puso más y más furiosa.

—¿Cuál es tu auto?

El hombre no habló en ningún momento, por el contrario tomo su llave que aún permanecía en la delgada y suave mano de chica para hacer si se la alarma de vehículo.

Aline siguió tirando del sujeto hasta la puerta del auto en dónde le empujó para apoyarse sobre él.

—Espero que valga la pena esta noche.— mencionó Aline retirándose la máscara dispuesta a besar al hombre frente a ella.

Lo que Aline no esperaba era que este se negara.

—¿Eres mudo? No puedes decir que también eres tímido o no estarías en este lugar.

No hubo respuesta, en cambio el misterioso sujeto la metió al auto para dirigirse al hotel reservado.

Durante el trayecto la rubia no volvió a hablar y eso estaba bien ya que no le interesaba nada de él que no fuera sexo de una noche.

Al llegar al hotel se dirigieron directamente al ascensor hasta terminar en el doceavo piso. Las habitaciones eran todas suite privadas por lo que la puerta se abría directamente en la habitación. Todo alrededor estaba en penumbra y antes de que Aline pudiese hacer un movimiento, el hombre ya se había apoderado de sus labios.

El beso estaba cargado de deseo y desesperación al igual que el de Aline con la diferencia de que los de ella estaban cargados de venganza.

El hombre tomó la esbelta cintura insitandola a dar un salto para envolver su cadera con las femeninas piernas, una vez conseguido la llevó al mueble más cercano.

Aline sintió que el objeto que los separaba había desaparecido por lo que en medio de besos y caricias quiso tocar el rostro del hombre, sin embargo sus movimientos fueron detenidos llevando ambas manos por encima de su cabeza.

—¡No!— sentenció la voz con un tono ronco, casi como si se estuviese forzando a hablar.

—¿Por qué? ¿Estás deforme?— La posición hizo que Aline de excitara un poco.

De nueva cuenta los gruesos labios del sujeto fueron en esta ocasión a su cuello lamiendo y mordiendo ligeramente.

—Espera... — mencionó la chica entre jadeos.

Sin embrago más allá de detenerse su cuerpo fue llevado a la cama cayendo al mismo tiempo que el de su pareja sexual. Aline cerró los ojos ante las ávidas manos que subían por sus muslos, pero al hacerlo solo un hombre vino a su mente Matthew Rousell.

—Para... Detente...— Aline forcejeó un poco intentando apartar el fornido cuerpo sobre ella sin éxito.— Dije que pares maldito hijo de perra.

En medio de la oscuridad la rubia tanteó en el aire hasta dar con algún objeto sólido y sin  pensarlo lo tomó con fuerza.

—¡Pudrete!— dicho aquello golpeó con fuerza la cabeza de su oponente sintiendo su cuerpo ser liberado en medio de quejas y maldiciones.

Aline no pensó dos veces en levantarse.

—Te dije que te detuvieras ¡Cerdo!

La rubia se dispuso a salir, no obstante jamás esperaba que la tomasen del tobillo, por suerte pudo estabilizar su cuerpo para no caer.

—Aline, espera. No te vallas.— rogó el hombre en medio de su dolor.

La susodicha se congeló al escuchar aquella voz con más claridad, así que fue directo a encender las luces. Lo que estaba ante ella era una escena que no esperaba por lo que no supo cómo reaccionar a primera estancia.

—¿M... Matthew?— cuestionó confundida observando la sangre que fluía por la frente de Matthew.

—¡Sí! Lo siento.

Lo que Rousell no esperaba es que Aline se quitaría la zapatilla de tacón para acercarse a él golpeando furiosa, pero con lágrimas en los ojos.

—¡Maldito! ¡Estás loco! ¿Cómo pudiste mentirme así? ¡Estúpido! ¡Pervertido!

Los golpes cesaron poco a poco entre maldiciones y reclamos hasta que Aline se dió por vencida.

—¿Estás bien? Te he lastimado, incluso estás sangrando.

Las lágrimas no parecían detenerse por lo que Matthew tomó el pequeño rostro en sus manos.

—Estoy bien, así que deja de llorar.

Sín más, ambos se abrazaron llenando ese vacío sientiendose completos después de tanto tiempo.

Bajo la máscara IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora