XII |Gris|

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Límite de la Zona roja -3° C

Luna nueva, 368 días después.

No hay nada.

Estoy tan solo que puedo escuchar mi propio latido, es contante y suave, como el tic tac de un reloj que ya no existe. Porque sí, porque los relojes ya no existen, hoy en día preferimos observar el cielo.

Justo ahora, en el mundo de antes, quizás serían cerca de las seis de la tarde. Ahora simplemente es el punto gris, el momento exacto en que el sol es cubierto por una capa de densas nubes y el color gris se apodera de toda la región.

Seokjin dijo que mañana abría una tormenta de nieve. Han caído ciento cincuenta y dos desde aquel día y no se si es idea mía pero cada vez las siento mas heladas.

—No me estás escuchando.

Lo veo un segundo antes de volver la vista hacia los edificios congelados a lo lejos.

—Claro que sí. Estas hablando de esa mala película otra vez.

Lo veo hacer un gesto de claro desagrado. Algo tan común en él que tengo ganas de tocar su frente arrugada y molestarlo un poco, pero no lo hago, solo mantengo los ojos en el horizonte.

Hoy en día ya no hablamos de eso, de las cosas que antes eran tan cotidianas, de música, libros, series, de las noticias locales y los resultados de los partidos de futbol, de tu película favorita. Hay cosas que simplemente evitamos, porque nos recuerdan el mundo del pasado, y es doloroso, por ello esa estúpida norma de no mencionar nada de nuestras anteriores vidas, como si estas jamás hubiesen existido. Pero cuando nadie nos ve, a veces es simplemente imposible no hacerlo. Sobre todo cuando últimamente hablar del pasado es lo único que nos mantiene a ambos conectados,  a veces creo que en cualquier momento ese delgado hilo podría romperse. Supongo que él solo trata de aferrarse, por eso insiste tanto en recordar, para no perderse a si mismo, para no perdernos. 

Ya nadie habla del mundo de antes, por miedo a la corte o porque simplemente no quieren hacerlo, es mas fácil solo ignorarlo, como si nunca hubiera existido, como si solo se tratara de un sueño del que jamás fuimos parte. Es casi un tabú mencionar algo relacionado con aquellos días. Peor aun, es un delito.

—Tu no sabes sobre buenos gustos.

Después del punto gris solo pasan pocos minutos para que el sol haya sido cubierto completamente y ahora estemos completamente a oscuras, es imposible que pueda ver su rostro, pero no necesito hacerlo, se que esta haciendo una mueca. Lo conozco demasiado bien.

—No entiendo lo genial en una historia llena drama romántico, ¿No es ya demasiado trágico saber que morirás de cáncer, para luego cometer la idiotez de enamorarte de alguien que tiene el mismo destino que tú?

Tomo un trozo de hielo y lo lanzo hacia los edificios mas cercanos, choca contra el muro partiéndose en muchos pedazos que luego caen en un callejón. Aquí no hay mucho hielo, apenas se comienzan a formar trozos medianos, aunque la noche siempre es mas fría.

—De todas maneras, yo no estaba hablando de películas, ¿ves como no me estabas escuchando?

Ruedo los ojos y me agacho a tomar mi mochila. Tanteo el piso ya que no veo absolutamente nada. Se que él me está mirando y por un segundo envidio su capacidad para ver en la oscuridad.

El ambiente se vuelve pesado cuando nota que estoy a punto de irme, y yo no comento nada, después de todo así son las cosas ahora, él lo sabe, yo lo sé.

Escucho que suspira yo también lo hago.

—¿Volverás la próxima semana?

Miro la oscuridad. Ya no hay exactamente semanas, el tiempo es tan relativo. Pero contamos los días como lunas, cada cinco lunas llenas hay una nueva, es cuando la inevitable oscuridad nos asecha, es cuando vengo, cuando él viene.

Tomo mi linterna y abrocho bien mis botas. No puedo verlo, pero sé que él está ahí. Sé que me ve, somos diferentes, siempre lo fuimos.

—Claro, igual que siempre.

Un aire de tristeza nos atraviesa, es frío, todo es tan frío últimamente.

—Treinta minutos a la semana ¿verdad?

—Treinta minutos a la semana. —respondo mirando hacia la nada— cuídate, no te acerques mucho al desierto y tampoco a la región hielo, están reforzando la guardia y alguien podría verte. —aprieto el agarre de mi linterna y me obligo a hablar— Nos vemos la próxima semana Jimin.

Me doy la vuelta, pero su mano en mi abrigo no me deja avanzar, abro lo ojos con sorpresa y me aparto de manera brusca.

—Lo siento yo...solo.

—!No me toques¡ Maldita sea sabes que no debes hacerlo.

No estoy enojado, estoy preocupado, me quito el abrigo y lo dejo en una de las barras del puente.

—Solo, quería que te quedaras un poco más.

—No puedo, y no necesito explicarte la situación en la que estamos.

Claro que no, Jimin lo sabe perfectamente. Si deja aun la mas minia marca de su olor en mí los del hielo sabrán que tengo contacto con alguien de la zona roja, eso lo pondría en peligro de muerte a él y a todos lo que viven en el bosque.

—No puedes irte con tan poca ropa te congelaras antes de llegar.

Trato de ignorar el tono tan arrepentido y culpable de su voz y me apresuro a volver a colocarme la mochila.

—Ya estoy acostumbrado.

—Lo siento mucho Jungkook, no quise que pasara.

—Es difícil Jimin, y tu estuviste de acuerdo, yo no tengo la necesidad de estar aquí.

No me quiero quedar y escuchar como comienza a llorar, es demasiado para mí. Así que tomo una vez mas mi linterna y me dispongo a marcharme.

—Aun vendrás ¿cierto?

Su voz suena aterrada, aprieto mi linterna y respondo de manera directa y cortante.

—Sí, como cada semana.

Luego me marcho hacia la región del hielo.

El camino es largo y me toma cuatro horas estar en las puertas de Ulsan, edificios congelados y autos abandonados es lo único que hay en las calles, al menos hasta llegar al primer faro. Mientras camino mi corazón se siente frío, quizás porque estamos a muchos grados bajo cero, o porque hace mucho que no tengo el calor corporal de nadie. La gente del hielo es de sangre fría por naturaleza.

Mis pensamientos vagan entre tantas cosas, al menos pensar me distrae del frío brutal. Pienso que he tomado las decisiones correctas, pienso que, aunque duela es mejor así, pienso que cada día se siente menos horrible, pienso que quizás no tome tanto tiempo acostumbrarme al frío.

Estar distanciados es lo mejor.


Pero soy tan cobarde que no puedo alejarme por completo.








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Es normal que no entiendan, en el próximo capítulo se explicará todo.

No tengo tiempo para corregir así que una disculpa si hay faltas de ortografía, ya lo revisaré luego.

ÉXODO (Apocalipsis II)- KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora