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Capítulo 37

117 días después

Jungkook corrió, más rápido de lo que había corrido en toda su vida. Con un par de botas desgastadas, un arma inútil colgando en su espalda y una mochila llena de ropa y víveres. Tenía que ser rápido la ciudad no era segura, sobre todo después de que pasaran mas de tres semanas sin una sola nube en el cielo, salir era tonto y arriesgado. Pero él necesitaba esa ropa, esas vendas y suministros médicos.

Definitivamente necesitaba esa cobija de ositos.

Atravesó la calle mirando a todos los puntos posibles, no había nadie. Después volvió a correr, por más de 19 cuadras seguidas hasta llegar al callejón, sus piernas comenzaban a cansarse.

Vamos, ya casi estás del otro lado

No le gustaba dejar a Jimin solo, temía que lo encontraran, que algo sucediera y él no estuviera ahí para evitarlo. Aunque el rubio le había repetido hasta el cansancio que podía perfectamente defenderse solo, Jungkook lo sabía, pero jamás se conformaba, jamás.

A pesar de todo nunca se podía estar seguro.

Subió al contenedor de basura y trepó la barda de casi tres metros al final del callejón, saltó y finalmente aterrizó sobre la arena. Se quedó quieto, acercándose al suelo tomó un puño de arena, estaba seca. Cerró los ojos y agudizó sus sentidos. Todo estaba en calma.

El sonido del mar algo lejano, arboles meciéndose y el olor a salitre.

Abrió los ojos.

Nada más.

No había nada más.

(...)

Después de que abandonaron la zona muerta el tiempo transcurrió como el segundero de un viejo reloj: rápido pero pausado. Poco a poco los días avanzaron uno tras otro. Jimin y Jungkook lograron llegar a la costa trece días después de descubrir que un bebe venia en camino.

Fue muy duro, sobre todo para Jimin, quien, a pesar de que pasaron algunos días no mejoró, sino que los síntomas se fueron intensificando: vómito, mareos, náuseas, dolores de cabeza y un cansancio que nunca se iba. Los primeros días posteriores se la pasó llorando, aún se sentía terriblemente culpable, las dudas sobre el futuro lo carcomían, hasta el punto de llegar a cuestionarse si estaba haciendo lo correcto. Todo resultó en noches interminables de dolores e insomnio. Lo más difícil de todo fue aceptar lo que sucedía, entender que a veces las cosas no salen como uno lo planea. Jimin realmente lloró mucho.

Pero para cada dolor, para cada pequeño malestar, y para cada mal pensamiento siempre tenía a alguien que lo consolaba, que lo abrazaba y le acariciaba la espalda con dulzura. Alguien que incluso se ofrecía a ser su proveedor personal de sangre sin una sola queja.

Jungkook estuvo a su lado cada uno de esos días en los que era difícil, en los días de duda, de miedo y dolor. Besó sus labios, acarició su abdomen y masajeó sus hombros. Jimin sabía que amaba a Jungkook y también sabia que él lo amaba de igual manera, y esos días solo hicieron que la relación de ambos se solidificara más que nunca.

Cuando llegaron a la playa el día estaba por terminar, a Jimin le dolían los pies y la cabeza, Jungkook lo cargaba en su espalda. Parecía que con el embarazo había vuelto a ser un humano, se agotaba muy rápido, dormía mucho y siempre tenía hambre, así que el viaje le había sentado muy mal. Para su fortuna había un chico a su lado, un chico que jamás permitiría que caminara si le dolía algo, o que pasara hambre.

Así que mientras Jungkook avanzaba con él sobre su espalda pudo escuchar por primera vez en años el sonido de las olas del mar romper contra las rocas, percibir el olor a salitre y el viento frío y húmedo. Jimin estaba dormido, su abdomen había comenzado a crecer a una velocidad alucinante y una diminuta hinchazón ya era visible bajo la ropa, Jungkook le habló lento y suave para que este despertara.

ÉXODO (Apocalipsis II)- KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora