XIV |Thought Contagion|

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Las cosas no pasaron como la mayoría creímos que sucederían. Para dar una primera idea de lo inopinado que resultó todo está el hecho de que la humanidad no se extinguió, no todos murieron tras la niebla.

Ahora somos menos, pero aun podemos decir que: somos, y no: fuimos.

—No deben tocar el filo del cuchillo jamás, por mínimo que sea el roce les aseguro que les rebanará la piel como mantequilla, no importa que sean o no humanos, la nagasa está hecha de un material especial, son mas filosas que el acero normal. —desenfundo mi espada y me acerco a la viga de metal que sobre sale de suelo— presten atención.

A continuación, doy un paso hacia atrás colocándome en una posición cómoda y después golpeo la viga, la hoja de mi espada rebana sin problemas el metal dejando una marca naranja rojiza.

—Cuando el material de la hoja detecta un movimiento rápido se calienta hasta los 1535°C, es decir que hablamos de la combinación de un hierro ardiente y el mas filoso de los cuchillos, ni la piel más resistente puede contra ella. Algo importante que deben saber: cuando el movimiento se detiene la hoja se enfría al instante, pero el filo nuca desaparece, —vuelvo a guardar mi espada y me doy la vuelta— es por eso que tienen que aprender a manejarlas, no podemos darles un arma tan peligrosa si no saben usarla, pueden dañar a otros o lastimarse ustedes mismos. Así que, por ahora, mientras aprenden, solo podrán disponer de armas de fuego, —le hago una señal al chico flacucho y este comienza a repartir los rifles automáticos, algunos de los nuevos observan las armas con disgusto, unos cuantos con aburrimiento y otros parecen incluso asustados— sé que son algo anticuadas, pero es mejor a nada. Espero que ver la eficiencia de las espadas los motive y se esfuercen por dominarlas lo más pronto posible.

(...)

Me gustaría decir que lo logramos, que al final las cosas no resultaron tan mal.

Tan mal. 

Porque uno ya no puede decir que algo puede salir bien, resulta que en este mundo ya no vale hacerse ilusiones de nada, no puedes soñar, no puedes creer que tendrás suerte o que todo mejorará algún día, quizás. Es algo que he aprendido en estos años, es como una especie de duelo retorcido. 

Negación, y no es como lo esperaba, porque cuando las personas observaron desde sus refugios como todo colapsaba, se mofaban de los pobres desdichados que no podían pagarse una casa de lujo a las afueras de la ciudad, que no lograron resguardarse de la primera infección en un lugar seguro y cómodo. Entonces lo negaron, porque su realidad no concordaba con la realidad del mundo. Por eso es que la primera fase no la atravesamos todos. 

Algunos saltaron hasta la ira, quienes aprovecharon la situación para destruir lo que ya estaba destruido. 

Casi todos se aferraron a la negociación, aseguraban con tanta soberbia que los científicos encontrarían una cura, tan seguros que cualquiera podría creerles, el problema era que ellos mismos lo hicieran. 

La línea jamás fue recta y hubo otros que quedaron atrapados en la depresión, los que no pudieron continuar porque el mundo les había arrebatado la razón para hacerlo. 

El mundo me arrebató a mamá y a Junghyun pero yo pude seguir, muchos no pudieron.

Al inicio de final llegó la aceptación, y con ello ocurrió un fenómeno que provocó varias cosas. Algo que Darwin llamo "selección natural", el que se adapta sobrevive. 

Muchísimas personas no lograron adaptarse.

Para este punto las esperanzas se extinguían al mismo tiempo que la humanidad lo hacía, pero quizás aun existía uno que otro iluso que aun las guardaba.

ÉXODO (Apocalipsis II)- KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora