45.El corcel sagaz y la princesa en el paramo de la soledad. II

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11 SEMANAS DESPUÉS...
VICTOR: ¡Andy, despierta! (le ordenó apremiante)
ANDY: Aaaaughhhhh... (bosteza) ¿Qué pasa?
VICTOR: Has vuelto a quedarte dormido en el sofá del salón, eso es lo que pasa. ¿Sabes que existen las camas?
ANDY: Agh, lo siento. (respondió avergonzado) Volví muy tarde de ayudar a uno de mis protegidos, y caí rendido sobre el sofá sin remedio...
VICTOR: Ya, pero no es la primera vez que se produce esto. Hasta Piper se ha dado cuenta...
ANDY: ¡He dicho que lo siento! (contestó elevando un poco la voz, enervándose)
VICTOR: Andy, no puedes olvidar que aquí también tienes obligaciones. Gente que te necesita...
ANDY: ¿Crees que no lo sé? (replicó ofendido)
VICTOR: ¡A veces parece que hay que recordártelo! ¿Dónde has estado? ¿Con ella?
ANDY: Mira, no estoy de humor para otra discusión... (admitió rendido)
VICTOR: Eso significa que has estado con ella.
ANDY: No he estado con ella... (dijo en un susurro casi inaudible)
VICTOR: ¿Qué dices?
ANDY: ¡Ella lo dejó muy claro! Debía hacerlo ella sola.
VICTOR: Y aun así no puedes evitar vigilarla. Espiarla. Ella no es tu familia, ¡nosotros sí!
ANDY: Sólo... sólo necesito saber que está bien. (dijo con la cabeza gacha)

Prue se encontraba en una maltrecha tienda de campaña improvisada, con el monzón arreciando. Una lámpara de aceite de principios del siglo XX le ayudaba a mantener algo el calor, al mismo tiempo que le permitía concentrarse en el cuaderno en el que escribía con un lápiz en las últimas.
<<Queridísima Piper,
Hoy hace 80 días desde que llegué a este mundo. Cada vez se acerca más el día del primer cumpleaños de la pequeña Bianca, y lo único en lo que puedo pensar es en lo mucho que lamento no poder ayudarte a preparar aquella fiesta sorpresa que tanto deseabas celebrar, tal y como te prometí.
Vuelvo hoy de Bharatpur nuevamente con las manos vacías. Aquel sanador puso todo su empeño en ayudarme a encontrar una brecha en la realidad que me pudiese llevar de nuevo con todos vosotros, pero su poder fue insuficiente. Me ha hablado de un monje nepalí; cree que si él no puede, nadie podrá.
El dinero que me prestó Andy empieza a escasear. Intento reducir mis gastos todo lo que puedo, no sé cuánto tiempo más continuará mi búsqueda. He tenido la suerte de encontrar a una bondadosa familia nómada de pastores que me han acogido hasta que lleguemos a la frontera, pero a partir de entonces tendré que buscármelas por mi cuenta a través de los intratables picos del Himalaya.
Aun no he renunciado a volver a casa. Os quiero mucho.
Prue Halliwell>>

Cole caminaba por una caverna oscura. El viento apenas corría, lo que unido al gran calor y a la alta humedad, hacía que el ambiente estuviese fuertemente estancado. Aquel lugar era inhóspito, nadie se atrevía a recorrerlo a no ser que no quisieras ser encontrado o que estuvieses desesperado. Y Cole estaba desesperado.
GIARA: Nadie surca la caverna de los desterrados por propia voluntad... (anunció una anciana voz gutural desde la oscuridad)
COLE: Estoy aquí porque he oído que pueden ayudarme con mi problema. (sentenció con seguridad)
GIARA: Eso dicen...
COLE: ¿Puedes ayudarme?
GIARA: Eso depende...
COLE: Necesito que...
GIARA: ¡Calla! (le interrumpió con desprecio) Sé lo que pretendes...
COLE: ¿Cómo sabes...?
GIARA: ¡Te persigue! ¡Puedo verlo perfectamente! (le interrumpió de nuevo, ofendida)
COLE: ¿Y bien?
GIARA: Puede hacerse, y puedo decirte como. Pero la rosa exige ayudar a la causa a cambio...
COLE: Sé lo que quieres. Y si cumples tu parte...
GIARA: ¡La rosa cumple! ¡Siempre cumple! (interrumpió enfadada) El ritual es complejo, y necesitarás sangre pura. Sangre de las benditas...
COLE: Hare lo que haga falta... (repuso con resignación)

A varios kilómetros de la ciudad de Namche Bazaar se erigía un antiquísimo y recóndito monasterio desde el que se podía disfrutar a lo lejos de las majestuosas vistas del Himalaya y particularmente del Monte Everest. Prue fue acercada a dicha ciudad esa misma tarde por la amable familia de pastores y había conseguido convencer a un joven lugareño de que le acercase con su destartalado todoterreno. Habían ascendido por el camino todo lo que el vehículo le permitía, pero el par de kilómetros restante debía hacerlos por su cuenta.
JOVEN: Nadie entrar. No abrir puerta. (le avisó el joven en un basto inglés)
PRUE: Gracias, pero debo intentarlo de todas formas... (contestó apesadumbrada mientras le entregaba como propina los últimos diez dólares que le quedaban)
JOVEN: Tener cuidado. Camino peligro.
Prue le dedicó una sonrisa, y el joven le hizo una pequeña reverencia de despedida antes de arrancar de nuevo el motor y conducir cuesta abajo de vuelta a la ciudad. Prue inspiró y espiró con fuerza, intentando acostumbrar sus pulmones a los casi tres mil quinientos metros de altura a los que se encontraba, y decidió proseguir su viaje. El terreno era bastante accidentado, pero por suerte la nieve aun no había formado placas de hielo en el suelo. Tras escalar una pared de rocas escarpadas inclinada alrededor de 30º, Prue consiguió llegar a un estrecho sendero desde el que podía ver la pequeña ciudad a sus espaldas y el ansiado monasterio frente a ella a unos cientos de metros.Prue caminó deprisa, alegre pero cansada, hasta que alcanzó su objetivo. Sin embargo, mirase por donde mirase sólo podía ver una alta pared de lo que parecía una especie de muralla, sin puerta alguna. Desconcertada, Prue recorrió el perímetro del edificio hasta regresar a su posición de partida, sin encontrar una puerta en su camino.
PRUE: ¿Qué? ¿Por dónde entran? ¿Por dónde puñetas salen? (gritó incrédula)
Prue agarró una roca del suelo, y llena de furia, la lanzó con fuerza contra la muralla, pero justo antes de impactar la roca cayó misteriosamente al suelo, como si hubiese chocado con una especie de barrera mística.
PRUE: ¿Pero qué...?
Prue se acercó lentamente hasta que su mano tocó aquella extraña muralla. Nada, podía sentir la rugosidad de la piedra perfectamente. Entonces, una idea cruzó fugazmente la mente de Prue. Abrió con apremio su enorme macuto y se dispuso a rebuscar, hasta que finalmente dio con un saquito con unos polvos en su interior. Prue cogió una pizca entre sus dedos, dibujó el contorno de una puerta sobre la piedra y llamó, pero no tuvo efecto alguno. Prue, desolada, dio unos pasos hacia atrás y se sentó sobre una enorme roca mirando aquella muralla, pensativa.
PRUE: Joder... (dijo entre lágrimas, cubriéndose la cara con las manos) ¡Necesito un poco de ayuda!
Como si respondiesen a sus súplicas, unas enormes y brillantes puertas doradas aparecieron mágicamente sobre la muralla. Prue, sorprendida, se acercó lentamente a dichas puertas y las empujó con fuerza hasta abrir un hueco lo suficientemente grande como para poder entrar.
En el interior del monasterio, tres monjes la esperaban sonrientes en la puerta, haciendo una reverencia. Unos cuantos niños jugaban a lo lejos con una pelota vieja mientras media docena de mujeres lavaban ropa en una amplia fuente natural.
PRUE: Ho... hola. (dijo algo avergonzada)
MONJE: Swagatam. Yo guru timi kurnay chaa (respondió en nepalí mientras le señalaba amistosamente el camino con la mano)
PRUE: Vale... No he entendido una mierda, pero gracias.
Prue se encaminó titubeante por la dirección señalada, escoltada a su espalda por los tres monjes, hasta alcanzar la puerta del enorme edificio central. Volvió la vista atrás un momento, dubitativa, pero los sonrientes monjes le hicieron señas para que entrase. En el interior, un hombre anciano encendía con cuidado unas extrañas velas.
MAESTRO KHEM: Yo hiun au chaa...
PRUE: Duìbùqǐ, qǐngwèn nǐ huì shuō guǎngdōng huà ma? ('Disculpe, ¿habla cantonés?')
MAESTRO KHEM: Shìshí shàng, wú Halliwell. (respondió sonriente en cantonés) Pero creo que será mejor para usted si hablo en su idioma. Mi nombre es Khem.
PRUE: ¿Sabe quien soy? (preguntó sorprendida)
MAESTRO KHEM: En efecto. Las estrellas me anunciaron su llegada hace diecisiete días. He de reconocer temía que su aparición sucediese demasiado tarde...
PRUE: ¿Y sabe por qué estoy aquí?
MAESTRO KHEM: No exactamente. Sólo sé que las estrellas me dijeron que necesitaría ayuda, y que sería el único que podría ofrecérsela.
PRUE: Estoy... perdida. Mi conciencia viajo desde otro mundo, otra realidad, y quedó atrapada aquí. Ahora no puedo volver a casa...
MAESTRO KHEM: Déjeme comprobar... (dijo mientras ponía sus manos sobre las sienes de Prue y cerraba los ojos) Su alma es forastera, pero está bien integrada en este mundo.
PRUE: ¿Puede ayudarme a volver a casa? (preguntó casi suplicante)
MAESTRO KHEM: La lucha es fuerte en tu interior. Debe dejar de luchar...
PRUE: ¿Que deje de... luchar? (dijo incrédula)
MAESTRO KHEM: El cordero que lucha contra las arenas movedizas encuentra rápido el abrazo de la muerte. El astuto zorro que espera paciente encuentra con el tiempo la rama de su salvación. (respondió tremendamente críptico) Ella es la respuesta...
PRUE: No... no lo entiendo. (replicó confusa)
MAESTRO KHEM: Aun no, pero pronto lo hará. Le ayudaré a lograrlo para que pueda volver a su hogar.
El maestro Khem le ofreció la mano a Prue. Ella la examinó con cuidado durante unos segundos y entonces acercó la suya, pero antes de que pudiese estrechársela se oyó una terrible explosión en el exterior.
MAESTRO KHEM: Ya han llegado. Pensé que nuestras defensas aguantarían más tiempo... (anunció aterrado)
PRUE: ¿Quién viene? ¿Qué está pasando?
MAESTRO KHEM: Los demonios vienen a buscar la localización del Dakashat...
PRUE: ¡Entonces acabaré con ellos! (respondió decidida)
MAESTRO KHEM: ¡No! ¡La Fuente no puede saber que está aquí! (le ordenó con firmeza) Su destino es demasiado importante...
PRUE: ¿Qué hacemos entonces? (preguntó impotente)
MAESTRO KHEM: ¡Sígame! ¡Le llevaré a un lugar seguro!
PRUE: Pero... ¿qué pasa con su congregación?
MAESTRO KHEM: Son hábiles guerreros de la luz. Protegerán a los refugiados de las fuerzas del mal y les mantendrán a salvo.
El maestro Khem agarró con fuerza la mano de Prue y tiró corriendo de ella por un pasillo hasta llegar a una especie de despensa. El maestro levantó la vieja alfombra del suelo, revelando una trampilla oculta. Con apremio levantó la pesada trampilla y se introdujo por las escaleras descendentes hacia un penumbroso subterráneo, seguidos por varios demonios.

Tres veces tres. - EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora