Siempre que cierro los ojos, mis pensamientos hablan. Mis emociones se vuelven recuerdos y el recuerdo un producto colectivo que me despersonaliza cada día.
Y de pronto me encontraba en reposo sobre una cama donde las sabanas yacían desordenadas a un costado de la pared, la suave brisa de los aleteos de un ventilador de techo caía sobre mí como un vientecillo exterior característico de un clima otoñal.
Reconocía aquel espacioso cuarto, lo podría hacer incluso en sueños. ¿Es esto un sueño?
La familiaridad de aquel blanco alabastro de esas paredes era inigualable. Giré la mirada a mi izquierda donde yacía una enorme y formidable figura de lobo en forma de peluche; era gris y de poliéster con un perfume que sólo podía poseer una persona.
— ¿Otra vez usaste a Lobín como almohada? — cuestionó sin sonar molesta.
Se acercó de manera elegante hacia la cama hasta terminar sobre mi zona abdominal, manteniendo ambas piernas a mis costados; me miraba fija y dulcemente con esos pequeños y resplandecientes ojos verdes.
Me asombraba en silencio por el rojo de su cabello con ligeros rizos y el contraste que se formaba junto al suéter de color turquesa que llevaba encima.
— Hola, cariño — susurré al tiempo que palpé aquella sedosa mejilla ligeramente redonda, moviendo los ojos sin perder detalles de su rostro.
— Ya me robaste la cama – bromeó para luego rodear mi rostro con sus manos y propinarme un repentino beso.
— Te dije que este colchón es cómodo que el mío.
No separó su rostro del mío, las puntas de nuestras narices se rozaban ligeramente.
— Encima usas a Lobín como almohada — añadió fingiendo molestia. Conocía su tono de voz para cada ocasión, aunque ella no lo notase. Reí genuinamente.
— Ven aquí — susurré para luego llevarla sobre mi pecho con delicadeza —. Quédate un rato conmigo.
Podía percibirla con tal realismo que no era capaz de distinguir de un sueño, incluso la suavidad y la cálida temperatura de su cuerpo. Pero tenía una rara y hermosa sensación de que esto ya lo había vivido antes, un sueño capaz no puede reciclar fragmentos del pasado de forma tan perfeccionista que la ilusión sea opacada. O tal vez sí.
Tal vez estoy soñando cosas que extraño como estos momentos, aunque siento que estoy viviéndolos de vuelta.
Su calma era hogareña y nuestro silencio era un ruido que poseía conformidad, sólo existíamos nosotros dos dentro de un cuarto y nadie más.
— ¿Alguna vez tuviste miedo? — preguntó Judith repentinamente.
Entrecerré los ojos, todavía permanecía con la cabeza inmóvil aguardando mi respuesta.
— Seguro que sí — acoté.
Por fin levantó la cabeza y su mirada se había concentrado en mí, casi perdía la concentración al verle los ojos de vuelta.
— ¿A qué le tienes miedo?
Traté de mantener la compostura y razonar una respuesta. Era un reto observarla directamente a esos ojos resplandecientes que emanaba fortaleza y dulzura. Hice un caos mi mente tratando de hallar algún miedo lógico, alguna fobia, pero no había logrado descifrar o descubrir algo que verdaderamente tema.
— Pues... — volví a pensar rápidamente —. A que lo nuestro termine de pronto.
Respondí con inseguridad, había notado que por su expresión no había sonado convincente.
— ¿En serio? — arqueó una ceja.
— Pues si — me encogí de hombros.
— Sé sincero contigo y conmigo — insistió y volvió a aguardar.
— ¿Por qué preguntas esto?
— Sólo dilo — insistió con cautela.
Revolví de vuelta mis pensamientos en busca de algo más profundo, esta vez. Pensando sobre el sentimiento que alberga en el interior de la mente. El miedo no sólo puede venir de un objeto exterior, había algo en mi interior que me inquietaba.
— A lo desconocido — pensé en voz alta.
Se mantuvo en silencio, su expresión se había aflojado. Algo en ella de pronto la volvió razonable.
— ¿Temes a lo desconocido? — cuestionó casi a voz baja. Percibí una mueca de inseguridad en su rostro.
— Todo aquello que se mantiene en nuestro inconsciente y que uno decide reprimir. Ese tipo de miedo es un desconocimiento o conocimiento mal aprendido.
Asintió ligeramente con la cabeza, sin saber qué decir.
— Lo sé, demasiado profundo — me burlé.
Ella bufó de pronto, despejando las dudas sobre su rostro.
— ¿Y tú a qué le temes? — Pregunté delicadamente al tiempo que rodeé un lado de la mejilla con mi mano.
— A la muerte — Repuso. Mirándome fijamente a los ojos.
Aguardé unos breves segundos, a la expectativa de su argumento.
— No me gusta pensar en finales. ¿Sabes? A veces pienso en mi vida y a veces temo a lo que puede ocurrir mañana, perder mi futuro, perderte a ti. Dejar inconcluso completamente todo.
Una mueca conflictiva invadió su rostro, dibujando finas líneas sobre su frente.
— Vivo construyendo mi futuro y realmente me importa quién seré y quiero llegar a eso, pero, de pronto pienso en que las cosas pueden cambiar y no quiero morir sin haber cumplido algo.
Coincidimos en un silencio contemplativo. Y para aliviar su incertidumbre me limité a rozar su pómulo con los dedos.
— Y por eso — elevó la mitad de su cuerpo adquiriendo una postura más erguida —. Me parece incómodo y a veces aterrador saber que me espera un vacío luego de todo el esfuerzo que he hecho durante mi vida.
Admiraba el hecho de que pudiera soltar sus incertidumbres, eran pensamientos de las cuales no hablábamos mucho.
— Tu vida es el ahora, Judith — Agregué al tiempo que elevé la mitad del cuerpo para permanecer cerca de ella —. Estás a punto de terminar la carrera, tu verdadera vida está por empezar y me tienes a mí. ¿Por qué pensar en algo que sólo te llena de incertidumbre?
Estremeció la mirada, sus ojos de esmeraldas tiritaron de pronto.
— No quiero perderte porque eres lo único bueno que tengo y lo sabes. No me siento sola cuando estoy contigo.
— Lo sé — asentí —. Lo sé, cariño. Yo estaré aquí.
La aferré contra mí con dulzura y ella me rodeó los hombros con los brazos, resguardándose en mí. Podía percibir sus confortantes latidos y su aroma suave que se pegaba a mí.
ESTÁS LEYENDO
Mañana Perdida - Juego del Caos 1
Novela JuvenilMañana Perdida gira en torno a Max, un psicólogo que debe lidiar con unas crisis personales que jamás ha experimentado mientras procura sobrevivir en un nuevo y hostil mundo, en compañía de su amigo Robert. ¡AVISO DE CONTENIDO SENSIBLE! La histori...