Antes de iniciar esta historia, debo advertirles que esta no es la típica historia que podrían esperar de mí. No es una historia de Breast Expansion, tampoco es precisamente algo de mi entera invención.
Si debo definir esta historia creo que la mejor manera de hacerlo sería como lo que es, una historia de romance poco convencional basada en hechos reales, y a su vez un homenaje a una gran amiga, Stacy.
Esto ocurrió hace ya varios años, y pienso que es increíble que el mirar atrás ahora se sienta como si casi una vida completa haya pasado.
En el año 2006 tuve uno de mis primeros trabajos, tenía apenas 19 años y aún estudiaba ingeniería en la universidad. El trabajo pagaba una miseria, pero a esa edad parecía que podía conquistar el mundo con algunos centavos.
Era un trabajo relativamente sencillo, tech support de una empresa de contabilidad. Estaba en un pequeño equipo de cuatro personas, pasábamos el día en una pequeña sala repleta de computadoras viejas y monitores con alertas e indicadores de la salud del DataCenter.
Si algo ocurría en el DataCenter, había que entrar heroicamente y solucionar todos los problemas, para luego recibir elogios de la gente importante. Claro, los héroes no éramos nosotros, eso lo hacía otro equipo de ingenieros senior, nuestro papel se limitaba a llamarlos cuando había problemas y a nadie le importaba que ocurría con nosotros.
El trabajo era verdaderamente aburrido, pero lo que hacía el día interesante eran mis otros tres compañeros. El primero de ellos, el mayor, era George. George tenía 30 años, estaba casado y tenía dos hijos. Era alguien llevadero y siempre se podía confiar en él cuando teníamos dudas en el trabajo, tenía tanto tiempo en el puesto que conocía cada detalle.
El otro compañero era Charles, aunque todos le llamábamos Charlie. El tipo soñaba con ser surfista y pasaba la mayor parte del tiempo fumando mariguana, lo que lo hacía prácticamente un adorno en la sala de trabajo que de vez en cuando contaba chistes y reía tontamente.
Pero lo mejor de todo era Stacy. Era una chica preciosa, ella tenía 21 años, pequeña y delgada. Tenía una cabellera rubia resplandeciente, una sonrisa hermosa y una mirada pícara. La primera vez que la vi no me lo podía creer, era una aparición angelical, aunque de inmediato me invadió ese sentimiento indudable de que jamás tendría nada con ella. Una chica como esa debía tener miles de tipos sobre ella todo el tiempo y por mi parte pues, mi experiencia con las mujeres era sumamente reducida.
Las primeras semanas de trabajo fueron algo atareadas mientras yo comprendía las mecánicas del puesto, entre semana verdaderamente podía ser un puesto agotador, y debo admitir que cada uno de mis compañeros a su manera eran sumamente amables, en todo momento me ayudaron a salir adelante.
A pesar de la cantidad de trabajo que teníamos, siempre encontrábamos tiempo para compartir, conversar y bromear, el compañerismo era excelente y en poco tiempo me empecé a sentir como en casa. Sin embargo los días más interesantes por mucho eran los sábados. Nuestra semana laboral era de seis días, y los sábados eran por mucho los más suaves, tanto que en realidad pasábamos el día viendo películas en una computadora y conversando, tan solo atentos a que no sucediera nada fuera de lo normal.
Había una pequeña pero jovial rutina los sábados de llevar comida para desayunar juntos por la mañana, y por la tarde siempre almorzabamos algo en grupo.
El tercer sábado que tuve que trabajar ocurrió el primer acercamiento con Stacy, que es el punto completo de esta historia, la razón por la cual les cuento todo esto.
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Memorias de Stacy
Teen FictionDurante el año 2006 compartí momentos que permanecerán grabados en mí. Conocía muy poco del mundo en aquel momento y no imaginaba el tesoro de año que viviría al lado de Stacy. Este relato me ha permitido recopilar los momentos más increíbles en nue...