Adaptación, Parte 1

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2006 ya había avanzado, el tiempo es implacable y este gran año que estaba viviendo ya iba más allá de la mitad. Lo que había hecho grandioso el año era mi relación con la hermosa Stacy y todo lo que compartimos. Este es un año para recordar, al menos de manera especial para mí. 

Justo después de nuestro viaje al hotel Hilton, Stacy cambió muchísimo su manera de comportarse, dejó de cohibirse por completo. De pronto todo a nuestro alrededor había comenzado a bajar su volumen, las cosas que en algún momento habían sido importantes para nosotros se habían convertido en insignificancias y la indulgencia y la autocomplacencia de Stacy habían aumentado junto con su peso y tamaño. 

Los días comenzaron a tornarse en constantes maratones de comida para ella. Tanto el salario que ella recibía al mes a cambio de algunas fotos, como el dinero que el señor Harold Smith nos había facilitado en el viaje, estaban financiando un estilo de vida que le permitía a Stacy mantenerse repleta en todo momento. Incluso Karen, George y Charlie acostumbraban invitar a múltiples aperitivos a Stacy, Karen aprovechaba su posición en el restaurante para hacer descuentos y promociones. 

Por otra parte Natalie continuó estudiando el avance físico de Stacy, a cambio de los resultados para su investigación se dedicó a tratarla médicamente para asegurar que se encontrará todo el tiempo en el mejor estado de salud posible. La parte baja del abdomen de Stacy había aumentado a tal tamaño que de hecho Natalie le había recomendado el uso de unas bandas elásticas que le proporcionaban soporte a su espalda y aliviaban el peso de su barriga.

Y claro que además de todos ellos estaba yo, me mantuve a su lado en todo momento, mis días en el trabajo eran cada vez más monótonos y sin sentido, solo quería el dinero para mantener un estilo de vida sencillo y todo lo demás lo gastaba en comida para ella, mi Stacy. 

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"Dame, dame un momento para retomar aire" me dijo Stacy mientras respiraba profundamente tratando de recuperar el aliento. Se desplomó a mi lado en la cama, el sexo había durado poco pero cada vez que ella iba arriba esto era más común, entre más se llenaba su condición física bajaba aún más, pero no evitaba que se pusiera tremendamente caliente. Parecía que entre más apretada estaba su barriga su libido iba en aumento. 

Ese viernes por la noche era la culminación de una semana más de glotonería, su barriga como de costumbre estaba empacada a más no poder y era habitual para nosotros turnar el sexo con interludios de más comida. Para Stacy era como un reto personal comer en todo momento cuando estábamos en casa. 

Y bueno, ese pequeño detalle de decir “en casa”; no quiero que lo pierdan de vista ya que fue algo muy importante para mí en su momento. Nuestra relación había avanzado lo suficiente para que Stacy me hubiera pedido que me mudara a su apartamento, a partir de ese día los únicos momentos en que no estábamos juntos era cuando yo trabajaba. 

“Hoy me siento más caliente que de costumbre” me dijo “¿qué te parece si pides unas hamburguesas? Tengo hambre de hamburguesa”.

Esa noche ya Stacy había cenado, había comido postre, también ya había comido una segunda cena la cuál había terminado de comer hacía menos de una hora. La miré un momento, estaba allí acostada en la cama, desnuda y aún agitada por el reciente revolcón que habíamos tenido. Su barriga enorme como de costumbre contaba la historia de todo lo que ella había ingerido ese día con solo mirarla.

En estos días me era imposible imaginarme la sección media de Stacy de una manera distinta que no fuera un balón apretado y firme, aunque para ser justos con todo y su glotonería, no había vuelto a mirarla tan terriblemente llena como la noche que regresamos del hotel Hilton. Aún así se seguía viendo enorme y ella realmente disfrutaba de cada bocado que daba. En días recientes era claro que había subido de peso, pero era impresionante como cada vez más los kilos se acumulaban en su cintura, pero sus extremidades y su rostro lograban mantener una clara reminiscencia de la delgadez que la caracterizó alguna vez. No digo que sus brazos y piernas fueran delgados, solamente que no había engordado de manera pareja, su descomunal panza parecía un imán para los kilos. 

Memorias de StacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora