Descenso, Parte 4

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Cuando Stacy despertó, Karen y yo accionamos un pequeño plan acordado entre los dos, una especie de intervención. Ambos estábamos preocupados y aunque los dos creíamos que era bueno que ella se aceptara como es y aprendiera a disfrutar de lo que le gusta; también estábamos convencidos de que si seguía a ese ritmo y de esa manera llegaría un punto donde sería demasiado peligroso para su salud, alguien debía poner un alto. 

Nos escuchó hablar durante casi una hora de nuestras razones e ideas. Su rostro nos decía que no estaba a gusto con lo que Karen y yo le decíamos, pero nos escuchó con calma. 

Al final nos recordó que los tres viejos esperarían verla cada vez más grande. De lo contrario no le darían más dinero. En eso ya habíamos pensado, ella estaba mucho más grande de lo que ellos la habían visto jamás, trazamos la idea de que por esta vez era suficiente y que durante algunos meses no requeriría crecer demasiado, bastaba con un par de centímetros y podría tomar mucho más dinero de ellos, suficiente para mantenerse varios años sin tener que hacer nada. Lo único que debía hacer era seguirles el juego hasta que ellos se cansaran. Si Stacy no gastaba miles de dólares al mes en comida no requería tampoco ganar miles de dólares para vivir.

La verdad es que era un plan lógico por seguir, ya Stacy había logrado su cometido, verdaderamente no había una persona en el mundo con una panza ni cercanamente tan grande como la suya. Ahora por su salud era el momento de detenernos. 

Tanto Karen como yo estábamos convencidos de que era lo mejor. Fue una decisión difícil porque los dos teníamos este gusto incontrolable por Stacy, pero debía ser mucho más duro para Stacy hacer el esfuerzo por detenerse. La verdad es que ella nunca quiso detenerse, durante años he pensado en esto y es claro que ella simplemente quería seguir adelante por siempre. Yo debí haberme percatado antes, pero bueno, nunca fui bueno descifrando a las mujeres y Stacy siempre estuvo un paso adelante de mí. No quiero adelantarme a los hechos y tampoco quiero empezar a sonar como alguien incoherente, así que mejor sigamos adelante con la historia. 

Pero antes de continuar creo que puedo mencionar algo que recuerdo de esta época, no recuerdo el día exacto pero si sé que fue luego de este suceso, el día que decidimos cambiar mi auto. La razón: Stacy prácticamente ya no entraba en mi auto viejo. Ella tenía el suficiente dinero y me convenció de permitirle comprar uno nuevo. Así fue como terminé el 2006 manejando un Toyota 4Runner del año 2000, era una belleza y Stacy podía darse el lujo de tomar el asiento trasero y tener el espacio que necesitaba. Quizás no viene mucho al caso pero, al final del camino soy hombre y mi instinto no me deja proseguir la historia sin mencionar este detalle, además de que fue un regalo de mi amada Stacy. 

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Dos días después las cosas tomaron un giro inesperado. Llegué al apartamento luego del trabajo y noté el auto de la madrastra de Stacy afuera del lugar. 

Ella había ido al lugar a darnos un ultimátum. Estaba llevando la situación por el camino de la ley, tenía un caso armado para demostrar que Stacy estaba actuando contra su propio bienestar y buscaba declararla incapaz de vivir por su propia cuenta. Esto no acababa allí, yo podía verme en problemas ya que el caso buscaba demostrar que yo estaba abusando de Stacy y aprovechándome de su inestabilidad mental. 

A esto habíamos llegado. Cuando su madrastra salió del lugar mis manos temblaban. La escena era desastrosa, Stacy ni siquiera tenía ropa puesta, no tenía nada que le ajustará bien, como rayos podíamos comprobar que realmente estábamos bien. 

Quizás se preguntarán en qué momento las cosas se habían enredado tanto con su madrastra, les cuento que al menos yo me lo preguntaba en ese momento. 

Memorias de StacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora