Conociéndonos, Parte 4

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Al llegar al lugar tuve que darle una mano para bajar del auto y caminar hasta su apartamento. Stacy fue directo a su cama, primero retiró el sueter que le había prestado, su blusa le resultaba chica, su barriga la levantaba, dejando ver toda su sección media abultada y su pantalón jeans ajustado abierto hasta su límite.

Era extraño para mí, no es lo que yo buscaría en una mujer habitualmente, sin embargo ella era preciosa, me ponía caliente de solo mirarla, su rostro era encantador y su figura de una manera distinta a lo que estaba acostumbrado era seductora.

Se quitó su blusa, quedando en su sostén, me sonrojé y se notó, porque ella me sonrió dulcemente y me pidió ayuda para quitarse su pantalón. Una vez que quedó en ropa interior pude apreciar la gigantesca barriga que había construido esa tarde, no me cabía en la mente como una persona era capaz de comer de la manera en que ella lo había hecho, y además disfrutarlo de la forma en que ella lo hacía.

Nos acostamos a conversar y a comer la cena. Ella comió lentamente, disfrutaba cada bocado, pero estaba claro que se esforzaba por tragar cada vez más. Para mí era claro que hace rato que ella estaba llena. De tanto en tanto gemía luego de comer un poco, respiraba profundamente y acariciaba su panza. A estas alturas su barriga formaba un domo completo, desde la altura donde estaba su sostén hasta la parte baja empujando sus bragas, mi mente no podía evitarlo, la mejor manera de compararla era tal cual una mujer embarazada, Stacy simplemente estaba repleta a más no poder.

Aunque a estas alturas pensé que sería imposible que ella pudiera comer aún más, Stacy de hecho terminó su cena con todo y el pie de manzana incluido, y hasta robó algunas de mis papas. Luego de que comimos me abrazó y me acercó a ella. Estuvimos besándonos un rato, era claro que ella disfrutaba cuando acariciaba su barriga. Era una sensación extraña, era firme y abultada, caliente y a su vez atractiva, tenía la piel suave y lisa, era tersa al tacto. Ella desabrochó su sostén y dejó sus senos libres al aire.

Pensamientos curiosos cruzaron mi mente, no se trataban de los gigantescos melones con los que yo soñaba por las noches. No eran enormes implantes, no estaba cerca de ser la mujer con las tetas más grandes ni del trabajo, pero en realidad, eran hermosas. Las tomé con mis manos, jugué con sus pezones, los cuales se endurecieron de inmediato. Toda ella era delicada y hermosa.

Siendo sinceros, para el estándar habitual de la sociedad Stacy no tenía mucho que envidiarle a ninguna otra mujer, ni en cuanto a sus senos levantados y juveniles, cuya copa aún a falta de experiencia yo podía calcular que era al menos C. Ni mucho menos en sus caderas y piernas gruesas. Como ya dije antes, su abdomen no era totalmente plano ni con unas abdominales marcadas, pero ella era delgada con una buena figura, aunque para este momento su abdomen se había transformado en una gigantesca barriga que estaba en medio de nosotros dos. Para ser sincero, si esto la volvía tan excitaba como parecía estarlo a estas alturas por mí estaba bien que lo disfrutara. 

Al cabo de un rato metió su mano en mis pantalones y me dijo suavemente “te quiero dentro de mí” al mismo tiempo que me acariciaba.

Mi corazón bombeaba frenéticamente, finalmente estaba pasando, tendría sexo por primera vez en mi vida, era en todo lo que podía pensar. La emoción me hacía incluso temblar, retiré mi camisa y mi pantalón. Ella bajó sus preciosas bragas blancas con encaje rosa y yo finalmente coloqué de manera torpe el condón en su sitio.

Ella estaba acostada boca arriba, tuvo que ayudarme a colocarme y al fin la penetré lentamente. “No me aplastes mi pancita” me dijo ella suavemente, era una tarea difícil ya que yo estaba totalmente sobre ella. Por lo que me moví suavemente, con amor y delicadeza.

Lo que sucedió luego de esto habla muy mal de mí. Desearía nuevamente mentir y decir que fui un semental, que pasamos horas completas teniendo el sexo más salvaje que una película porno podría jamás imaginar. Pero no, siendo justos a la verdad a la cual me he apegado para relatar esta historia, casi tan pronto como comenzamos a movernos al unísono, yo me vine.

Memorias de StacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora