La vida sería aburrida si todo saliera como uno siempre lo espera. Al menos es una filosofía que he escuchado en el pasado. Por mi parte, yo creo que podría vivir aburrido teniendo seguridad de que todo saldrá como lo espero siempre. Pero no, esa no es la vida. La vida siempre te trae sorpresas y situaciones inesperadas. En la vida las cosas nunca son sencillas.
Y así fuimos Stacy y yo cuando nos conocimos, solíamos bailar una danza lenta y, para mí, casi insufrible. Un vaivén de subidas y bajadas, donde podíamos parecer dos enamorados destinados a pasar nuestro futuro juntos y al día siguiente dos completos desconocidos.
Ese lunes yo amanecí de buen humor. Había pasado el fin de semana con Stacy, habíamos tenido sexo del bueno, varias veces. Esto era importante para mí ya que pasé de nunca haber tenido una novia oficial y ser virgen, a estar con la chica más hermosa que había conocido en toda mi existencia.
Aún tenía en mi mente la imagen de ella acostada en su cama cuando me despedía. Era la mujer más sensual que había visto en mi vida, y también poseía la barriga más exagerada que jamás había visto en una persona con la contextura delicada que ella tenía. Lo cierto es que esto me enviaba señales confusas que me costaba asimilar, pero lo que tenía claro era que yo quería estar con ella.
Había momentos en los que no sabía qué pensar de ella, pero si de algo estaba seguro era que sentía un profundo cariño y amor hacia esa chica, también sabía que su manera de ser me volvía loco.
Estaba enamorado.
Esto era claro para cualquiera que me viera, pero cuando se está tan cerca de la imagen es difícil de apreciarla, por lo tanto yo no me daba cuenta.
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Ese día llegué temprano al trabajo, esperaba ver a Stacy, besarla, acariciarla.
Pero las buenas cosas nunca son fáciles.
"Stacy se reportó enferma" había dicho el jefe desde temprano.
Ese día Charlie, George y yo tuvimos que cumplir con la carga de trabajo de Stacy. En general eso no me molestó, más bien estaba preocupado por ella.
Al salir del trabajo le escribí al celular.
'Oye, nos dijeron que estás mal ¿necesitas algo?'
No tardó mucho en responderme.
'No, no te preocupes. Estoy bien. Tan solo debía descansar. Mañana nos veremos'.
'¿Querías descansar? Pero si ayer no hicimos nada más que estar acostados!'
'Hoy por la mañana aún estaba repleta, no tenía ropa que me ajustara bien y francamente necesitaba reposo, pero no te preocupes, ya estoy mejor'.
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La mañana siguiente no fue mejor.
Stacy llegó al trabajo temprano, utilizaba una suéter holgada y ropa floja.
No me dio mi beso de saludo en los labios como lo habría querido. Nuevamente se enfocó de lleno en su trabajo, era como si yo no existiera.
Sentía como si de pronto hubiéramos retrocedido en todo aspecto de nuestra relación. Lo peor era que George y Charlie lo sabían. Ambos me trataban con una amabilidad extraña, producto de la lástima que de alguna manera sentían. Y aunque probablemente lo hacían por empatía, solamente lograban que me sintiera peor.
Mi relación con Stacy se convirtió en el elefante blanco en la habitación. Yo no estaba seguro si sería mejor ignorarlo por completo y hacer de cuenta que no estaba allí, o señalar y gritar a los cuatro vientos que ahí estaba; pero cualquier cosa era mejor que esa actitud lastimera que me daban ellos dos.
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Memorias de Stacy
Teen FictionDurante el año 2006 compartí momentos que permanecerán grabados en mí. Conocía muy poco del mundo en aquel momento y no imaginaba el tesoro de año que viviría al lado de Stacy. Este relato me ha permitido recopilar los momentos más increíbles en nue...