Descenso, Parte 8

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31 de diciembre de 2006. Un domingo que nunca olvidaré. La verdad es que no considero que el fin de año sea un suceso para recordar, todos los años es lo mismo, algún grupo de gente se reúne, hay comida, música y finalmente contamos de manera regresiva para celebrar unos minutos, hacer promesas que nadie cumple y devolverse a casa para empezar otro ciclo más. 

El del 2006 no fue distinto, excepto porque lo pude pasar con Stacy. 

Ya eran las seis de la tarde, yo salí a hacer algunas compras de última hora, había pasado ese día como los últimos cuatro antes de este, teniendo sexo con Stacy y dándole todo lo que había pedido. 

Ahora ella estaba en el apartamento con Karen quien le ayudaría a vestirse y prepararse para la noche. A diferencia de otros fines de mes, para este los tres viejos habían planeado una pequeña reunión con otros invitados, eso nos permitió llevar incluso a Karen al evento. 

Recuerdo que llegué poco antes de las 7 de la noche. La fiesta comenzaría a las 8 por lo que debíamos salir pronto. Enviarían una limusina por nosotros por lo que debía prepararme. 

Al entrar al apartamento vi a Stacy con su vestido. Quiero hacer énfasis acá en lo que estaba viendo. Stacy era una bestia comiendo, lo era antes de que yo la conociera, pero en el año que pasamos juntos esa se superó una y otra vez de manera constante. Esa noche, un 31 de diciembre, Stacy se encontraba prácticamente en una cúspide, en un estado que era el resultado de una labor titanica. 

El vestido era azul, tenía un discreto escote y su espalda quedaba al desnudo, pero al frente tenía una increíble cantidad de tela que hacía lo posible por cubrir aquella panza que había labrado con muchísimo esfuerzo. Esa noche ella finalizaba más de una semana de un gigantesco maratón, su barriga había alcanzado finalmente 400 cm de circunferencia ese mismo día, ella no quiso detenerse hasta que alcanzar esa medida, cuando se percató de lo cerca que estaba había enloquecido y estaba obsesionada con ir esa noche luciendo ese tamaño. 

Su aumento de peso en los últimos días era considerable, el resultado del ritmo y las cantidades de comida sumado a los batidos de Karen habían finalmente alcanzado su metabolismo. Aún así el centro de su cuerpo seguía siendo absolutamente gigante en comparación a sus extremidades. Stacy a estas alturas tenía brazos y piernas de una mujer robusta, su rostro tenía cachetes regordetes y apenas un pequeño indicio de papada, pero su barriga, era algo brutal. 

Yo ya me había habituado de verla llena y redonda, pero es que esos cuatro metros de circunferencia que portaba esa noche la hacían lucir a otro nivel, su piel apretada atestiguaba todo lo que contenía, las estrías cruzaban todo su abultado abdomen, su ombligo abierto y casi destrozado aguantaba como podía. Sus brazos descansaban sobre sus costados abultados. Aún así su panza seguía desafiando las leyes de la gravedad, firme y elevada. Su entrepierna incluso tenía una figura fuera de lo normal, su cuerpo soportaba toda esta masa sobre sus caderas y su espalda formaba un arco hacia atrás, intentando mantener todo en equilibrio. 

"¿Estas lista?" le pregunté. 

Ella estaba sentada al borde de la cama que se hundía por su peso. Su panza descansaba ocultando por completo sus piernas. Su barriga resonó fuertemente, ella me miró de inmediato, era malditamente hermosa. 

Asintió lentamente y dijo "lo estoy". 

Me acerqué frente a ella, en medio de los dos se interponía toda su sección media. Coloqué mis manos alrededor de la enorme esfera y la acaricie suavemente. La tela de su vestido estaba estirada, su barriga era firme y dura, tanto que se sentía como un gran balón de playa pero sumamente pesado. 

"Ellos esperaran que comas durante la fiesta" le mencioné. 

"Perfecto, desfallezco del hambre" me respondió con un tono jactancioso, aunque claramente mentía. 

Memorias de StacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora