10: Cuchillos

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Cuando a Tim se le presentaba un reto, tenía la costumbre de no descansar hasta superarlo. Y pese a que podía ser una gran cualidad, en ocasiones se olvidaba de todo lo demás y llegaba a convertirse en una máquina obsesiva.

Don o maldición, gracias a ello había perfeccionado sus habilidades y logró llegar tan lejos. O eso era lo que creía antes de entrar a America's Pro Chef.

Y más importante, antes de reencontrarse con...

—¿Naoko? ¿Esa Naoko? —se cercioró Amanda.

—La misma —confirmó Tim—. Fue raro verla después de...

—¿Después de que le entregaste tu corazoncito y ella solo lo masticó y te lo escupió en la cara? —sugirió su amiga.

Tim guardó silencio, dándole la razón.

No le gustaba hablar sobre el tema. Era apenas su primer año en la escuela de cocina, era joven, estúpido, solitario y seguía deprimido por la muerte de su madre.

Fue una presa fácil, y aunque la joven Naoko le había dejado claro desde el principio que no buscaba nada, él no pudo evitar enamorarse.

La única vez que Tim Kobayashi se había enamorado, y está de más decir que no terminó bien.

Y ahora su primer amor volvía, otra vez para enfrentarlo, y otra vez para aplastarlo. 

—Esa perra... no quiero que te acerques a ella, ¿ok? —dijo Amanda.

—No es como que pueda evitarlo. También está en el concurso.

—Sí, es inevitable que respires el mismo aire que ella, pero hablo de... tú sabes, fraternizar. Es tu enemiga.

—Ella no...

Pero considerándolo bien, Naoko sí era su enemiga. O al menos, era su rival en la competencia. Aunque fueran corteses entre sí, no era razón suficiente para que fueran amigos. Y mucho menos para que Tim tratara de revivir lo ocurrido en la escuela de cocina. A eso se refería Amanda.

—Está bien, lo tengo claro. No pretendo ser su amigo —la tranquilizó.

—Más te vale —le advirtió la mujer, apuntándolo con un dedo—. Bueno, lamentablemente te dejaré solo para la última clase. Quentin quiere que demos un paseo por el bosque o algo así. Anda raro.

Tim sabía lo que el novio de su amiga tramaba. Había arreglado un paseo en globo por el bosque nacional de Los Ángeles, en el que le pediría por fin matrimonio a Amanda. En realidad Tim no hizo gran cosa, Quentin se lo ideó todo solito y él se limitó a darle el visto bueno y cerciorarse de que la futura prometida no sospechara nada.

—Cuidado en el bosque. Son mis únicos amigos, si se pierden los extrañaré —bromeó Tim. Aunque siendo honestos, sí eran sus únicos amigos.

—Sí, claro. Finge que no estás feliz de que te deje a solas con... ahh, Debra —dijo Amanda, suspirando con voz risueña.

—No sé de qué hablas —repuso su amigo.

—Está bien, Kobayashi. Hazte el idiota. Pero yo veo cosas.

—¿Gente muerta? —sugirió Tim.

—Vaya, estás gracioso hoy, ¿eh? —respondió Amanda—. Pero descuida, lo único muerto aquí es tu vida amorosa.

—Auch —contestó Tim, para luego comenzar a reírse.

Amanda ya había terminado de recoger sus cosas para el supuesto paseo por el bosque, pero no perdió el tiempo para lanzarle uno de los cojines del sofá a la cara.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora