20: Sashimi

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Aquella mañana, Tim no pudo evitar recordar cuando adoptó a su gata Mika, hacía tan solo dos años.

Uno de los meseros del restaurante donde trabajaba la encontró en un basurero a pocas calles del edificio. Tendría unas pocas semanas de nacida, estaba sucia, temblaba y no dejaba de maullar. Todos los cocineros, meseros y lavaplatos la llenaron de atenciones ese día, pero a la hora de la verdad solo él se ofreció a llevársela a casa.

Esa misma noche, mientras la gata dormía en la almohada junto a su cama, Tim no quería perderla de vista por nada del mundo, aun cuando sabía que al día siguiente tendría que trabajar.

Una sensación similar le estrujó el corazón mientras vio a Debra partir. Su parte sensiblera lo instaba a acompañarla hasta su casa, tal vez cocinarle su comida favorita y abrazarla hasta que se sintiera mejor. Pero la parte racional de su cerebro le dejaba claro que ella era una mujer adulta, y que si no pedía su ayuda o su compañía era porque no la necesitaba.

Además, hacer todo lo anterior implicaba perderse el siguiente reto de America's Pro Chef, y por más que quisiera ayudar a Debra, sabía que ella no le perdonaría que abandonara el concurso para cuidarla.

Durante todo el camino al estudio estuvo pensando en ella, en lo linda que había sido su cita, en lo feliz que estaba mientras patinaban, en su gesto cohibido cuando le contó que fue animadora, sus ojos brillantes después de que tocara el violín, el tono de su voz cuando le susurró al oído que fueran a su habitación... se esforzó en concentrarse en ello, solo en esos recuerdos. Pero por más que lo intentara, la imagen de Debra al borde del pánico, el sonido de su llanto, el ritmo de los sollozos contra su pecho mientras ella se quedaba dormida; todo volvía y le causaba una terrible impotencia.

―Vaya, alguien tuvo una pésima noche ―dijo Alessandro, mientras Tim tomaba asiento junto a él.

Esa mañana les habían notificado que les harían entrevistas el día sábado, y que el reto de la semana se grabaría ese lunes por cuestiones de agenda. Y si había algo que Tim odiara más que los comentarios impertinentes de Alessandro, eran las entrevistas para el concurso.

―¿Todo bien, Tim? ―preguntó Monique, siendo más sutil.

Él iba a responder, cuando alguien más decidió tomar la palabra.

―¡No les he contado! Me encontré a Tim el otro día ―empezó Callum―. Y me presentó a su chica.

Tim cerró los ojos y trató de contar hasta diez, pero ya el daño estaba hecho. Su día iba de mal en peor.

―¿Ah, sí? ¿No nos estaba mintiendo? ―bromeó Mike.

―Oh no, es real ―aseguró Callum.

―¿Y está buena? ―preguntó Alessandro.

―Cállate, Castelli ―repuso Monique.

Tim le agradeció a la chef en su mente por haber cortado la conversación, pues no quería que sus compañeros empezaran a hablar de Debra como si fuera un pedazo de carne.

―Mmm, ahora entiendo lo que pasa... ―prosiguió Alessandro, haciendo oídos sordos a la chef―. Se pelearon anoche, ¿eh, Tim? ¿Tu novia también es de esas histéricas que lloran por todo?

Tim no era fan de la violencia, pero tampoco lo era del contacto físico sin consentimiento, así que cuando Alessandro intentó rodearle los hombros con un brazo, él se lo apartó bruscamente.

―Vete a la mierda ―masculló, levantándose de su asiento.

―Oye amigo, ¿pero qué te pasa? ―le espetó el otro chef, anonadado por su repentina reacción.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora