8: Chaquetas Blancas

492 91 12
                                    

Aunque desde que tenía uso de razón había soñado con ser un gran chef, Tim nunca consideró la posibilidad de ser famoso. Se conformaba con tener el respeto de sus colegas y críticos, y honrar a su difunta madre. No buscaba ni quería fama, pues usualmente se sentía incómodo siendo el centro de atención.

Por eso, cuando llegó al estudio, se dio cuenta de que debió pensarlo mejor antes de postularse para un concurso de cocina televisado.

A su alrededor todo eran cámaras, micrófonos, luces y gente de la producción yendo y viniendo. De repente se sintió perdido y abrumado. Su lugar era la cocina, no un sitio como ese.

Intentó hablar con alguna de las personas que pasaban por allí, pero todas estaban tan atareadas que ninguna le prestó atención. Consideró aprovechar ese momento para huir de allí y no presentarse, pues tal vez se tratara de una señal.

Pero si se iba, Amanda lo mataría. Y si no lo mataba ella, el chef Lacroix sí.

—¿También perdido? —escuchó una voz a su lado.

En medio de sus cavilaciones, un hombre joven, aproximadamente de su edad, se había acercado hasta él. Era un poco más bajo que Tim, robusto, de cabello rubio oscuro y con un intento de barba en la cara; parecía un niño con vello facial falso.

—Sí, eso creo —respondió Tim.

—Vienes al concurso, ¿no?

—Así es.

—Yo también —dijo el recién llegado, extendiendo su mano—. Alessandro Castelli.

—Tim Kobayashi —se presentó él, estrechando la mano de Alessandro.

Ninguno de los dos supo qué decir a continuación, así que fue una suerte que una mujer, con sujetapapeles en mano y tan atareada como el resto del equipo, se acercara a ellos.

—¿Ustedes dos son concursantes? ¿Sí? —la mujer revisó el sujetapapeles—. ¿Alessandro Castelli y Tim Kobayashi? ¿Son ustedes?

—Lo somos. Pero cálmate, linda —murmuró Alessandro—. Bajale un poco a la cafeína, no te hará bien.

—Llegan tarde. Estamos esperando por ustedes para empezar —contestó la mujer con voz lívida y cara de pocos amigos.

La broma de Alessandro no le había hecho gracia, y honestamente a Tim tampoco. Los dos siguieron a la asistente por un pasillo, alejándose del estudio principal hasta una habitación que parecía una sala de espera.

En cuanto entraron, unas diez personas los evaluaron con la mirada. Eran hombres y mujeres con chaquetas blancas de chef, la gran mayoría también contemporáneos con ellos.

Los otros competidores. Sus rivales.

La asistente de producción los dejó allí, y pronto Alessandro se presentaba y entablaba conversación con los concursantes más cercanos. Tim, por otro lado, tomó asiento en una esquina, intentando pasar desapercibido y preguntándose una vez más por qué se había inscrito.

Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar.

Unos segundos después, una puerta al otro lado de la habitación se abrió, y la persona que salió de ella era la que menos hubiese deseado ver allí.

No se veían desde la graduación del Instituto Culinario, y una parte de Tim esperaba jamás encontrarse con ella de nuevo.

Pero ahí estaba. Entrando a la sala con una chaqueta de chef en el brazo que la identificaba como concursante. Tan hermosa y calmada como el primer día de clases, cuando la vio y se quedó embelesado como un idiota. Solo que en esa ocasión ella lo ignoró, mientras que ahora sus miradas se cruzaban.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora