Epílogo

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Escuchó el sonido de un teléfono, lejano. No quiso abrir los ojos, su cama estaba demasiado cómoda, y quedarse entre las sábanas a rememorar la noche anterior le parecía una mejor forma de invertir su tiempo.

Salió con Debra en la tarde, después terminaron en su dormitorio y pasaron un rato... bastante entretenido. Sin embargo, ella no pudo quedarse, pues la niñera que cuidaba a Kate no esperaría hasta el día siguiente.

La almohada de al lado todavía olía a su perfume. Tim la tomó y la puso en su cara, en parte porque lo ayudaría a imaginar que Debra estaba allí, en parte para acallar el molesto sonido del teléfono sobre su mesa de noche.

¿Quién podía llamarlo a esa hora de la mañana?

Tanteó en la mesa hasta hallar la fuente del ruido. Iba a colgar, pero entonces vio el nombre. Era Debra.

—¿Hola? —atendió con voz ronca.

—Cariño... ¿Sigues dormido? —Ah, cada vez que su linda voz le decía "cariño" le daba años de vida.

—Sí, algo así... ¿Por qué me llamas tan temprano? —Se estrujó los ojos, intentando disipar los rastros de sueño.

—Tim, son las diez de la mañana —dijo Debra, muy seria.

El sueño que le quedaba a Tim desapareció de golpe. Reviso el reloj de su mesa de noche. No mentía, ya eran las diez.

—Oh, no...

—De saber que te iba a dejar tan agotado no hubiese ido ayer —bromeó la mujer.

—No estoy agotado —se defendió Tim.

—Sí, claro —rio Debra—. Como sea, mejor date prisa, o si no...

—Amanda me cortará en pedazos. Lo sé, lo sé —completó Tim.

Se despidieron, y Tim corrió al baño. Se alistó lo más rápido que pudo, se puso el odioso esmoquin e hizo algo que jamás se hubiera permitido en otras circunstancias: saltarse el desayuno. Sabía que si se ponía a cocinar, perdería la noción del tiempo, y para cuando por fin llegara a la iglesia sería hombre muerto.

Le puso comida y agua a Mika, se despidió de ella y salió del departamento, rumbo al auto. Sin embargo, se encontró con otro contratiempo.

—¡Chef Tim! —Lo llamaron, cuando justo iba a tomar el ascensor.

Tim cerró los ojos y reunió toda la paciencia que pudo, antes de voltearse.

Nueve meses después de que terminó el concurso, America's Pro Chef empezó a transmitirse, y él se había convertido en una especie de... ¿Celebridad? Era raro cómo de la noche a la mañana, amas de casa, señoras retiradas y jóvenes aficionados a la cocina lo reconocían por la calle y le pedían fotos.

A Debra y Amanda les parecía divertidísima la situación, mientras que para un tipo tan asocial como él, era su peor pesadilla hecha realidad.

Al girarse vio que el señor Michaels, un vecino que antes del concurso ni lo saludaba cuando lo veía por los pasillos, lo esperaba con una amplia sonrisa.

—¡Vaya, qué elegante está chef! —dijo el señor Michaels—. ¿Va a algún evento importante?

—De hecho sí...

—Oh, qué bien. Solo quería preguntarle una cosa...

—Disculpe, pero voy tarde... —Tim caminó hacia atrás, queriendo zafarse de su vecino hipócrita.

—Solo quería saber la receta del aperitivo que hizo en el reto de anoche...

—Se la daré luego. Lo prometo —Y antes de que el señor Michaels dijera algo más, las puertas del ascensor se abrieron y Tim entró.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora