El Clan de los Nueve Bijuus

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El clan de los nueve bijuus o de las nueve bestias es una organización criminal que se fundó hace poco, en realidad hasta ahora no han hecho gran cosa, un par de robos de autos de ultima generación y uno que otro fraude electrónico, pero nada que pusiera los ojos de la policía realmente en ellos.

Los resultados del guante habían salido, además de todas las otras pistas que lo CSI habían encontrado en la escena del crimen. Yamato lo había llamado de nuevo para pedir su ayuda. En realidad había pedido a toda la unidad pero a Sasuke le gustaba pensar que la razón por la que su unidad era elegida era por que él estaba en ella. Al parecer, Yamato ya tenía la ubicación de la base de operaciones del clan, esperaba hacer una redada antes de que pudieran cambiar el dije de sitio, si no lo habían hecho ya. Lo mas probable era que ya lo hubieran vendido en el mercado negro, donde el dije se perdería para siempre.

Va en el coche patrulla con Juugo. Es una carrera contra el tiempo y Juugo es el mejor para correrla. Sí la policía ya sabe su ubicación lo mas probable es que ellos también sepan que están a sus espaldas. Las sirenas de los coches patrulla suenan estruendosamente mientras cruzan la ciudad, dejando un resplandor de luces azules y rojas a su paso. Un par de cuadras antes se hace el silencio y la calma mientras los motores siguen rugiendo. Están cerca, Sasuke puede sentir la adrenalina recorriendo su torrente sanguíneo, despertando sus sentidos y su instinto, mientras ajusta su cinturón y revisa los seguros de sus armas todas cargadas, esperando que le den la excusa para disparar. Repasa en su mente las indicaciones del capitán, deben darle captura a la mayor cantidad de sospechosos posible, las organizaciones especiales están esperando que fracasen para arrebatarles el caso y no puede permitírselo, el comisionado no lo perdonaría. Deben actuar rápido y preciso. Los carros se detienen alrededor del edificio indicado, de inmediato todos los hombres de su unidad bajan de los coches con las armas en alto en busca de sus posiciones. Las salidas alternas son resguardadas por un grupo de hombres mientras otros acceden por la parte trasera y frontal del edifico en perfecta sincronía. Rebasan los guardias sin tropiezos ni alarmas encendidas, descienden al primer sótano donde se supone deben estar. Tumban de una patada la primera puerta que se les pone en frente. Y nada, no hay nadie, no hay nada, todo esta oscuro. Inteligencia desde la parte externa del edificio enciende las luces robóticas. Un par de muebles desperdigados; restos de comida; y una televisión encendida. Alguien les avisó. Eso es seguro.

—No están. —repite Sasuke por segunda vez a Yamato que se muestra enojado al otro lado del radio—. ¿Qué hacemos?

—Despejen, los CSI van para allá, esperó encuentren algo útil.

Sasuke enfunda de nuevo sus armas decepcionado, esperaba algo de acción esa noche y debía volver a casa con las manos vacías. No había nada mas que pudieran hacer. Se encontró de nuevo con Yamato a las afueras del edificio, lo encontró fumando un cigarrillo estresado, había terminado de hablar con Kakashi y temían que les quitaran el caso. Eso no era bueno para nadie. Era la oportunidad de Kakashi de lucirse, nunca imaginó que sería el tipo de persona que quisiera ese tipo de atención, sin embargo sabía que no era por la atención, entre mas resultados positivos presentaba mayores eran los recursos que el gobierno les designaba, mayores los beneficios y menor carga laboral. Por eso había encargado a Yamato que lo apadrinara, por eso lo había designado a él al caso mas importante del año, por que solo pondría a su mejor hombre de confianza en la tarea. Yamato no era diferente, no solo era el mas decente de su unidad, si no también el mas listo. Cumplía diez años siendo detective, nada de números rojos en sus estadísticas, 98% de casos cerrados, había recibido honores en la unidad de narcóticos y en la de robos, le habían ofrecido el acenso a capitán de unidad mucho antes que a Kakashi, que había avanzado cuatro años antes, dos mas para comisionado. —Él es el genio— solía decir cuando se le preguntaba si sentía celos de su amigo, sabiendo que la responsabilidad que él cargaba sobre sus hombros era una que no podría soportar. 

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