Convivencia.

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Sasuke finalmente abrió la carpeta amarilla frente a él, mientras escuchaba a Naruto abriendo y cerrando la nevera y las alacenas en busca de algo que preparar. No estaba seguro de si encontraría algo decente que hacer, sobre todo porque las últimas semanas no había comprado nada para llenar la nevera, todo porque había estado día tras día detrás de él. Le sorprendía que Naruto en realidad pareciera ajeno a esa situación, era increíble que no se hubiera dado cuenta, sobre todo porque era claro que Itachi lo sabía. Con solo haberlo visto una vez los había relacionado a ambos. ¿O tal vez no? Puede que en el fondo no fuera más que una extraña coincidencia. Puede que Itachi le hubiera encomendado la tarea de ir a buscarlo y resultara la casualidad de que Naruto conociera a Sasuke, o puede que Naruto ya le hubiera hablado a Itachi sobre él y al verlo en el edificio supiera que estaba detrás del rubio. Las posibilidades eran infinitas y podría gastar toda la noche intentando adivinar cuál era la correcta. El camino más corto, sin duda, era preguntarle a Naruto cuál había sido la forma en la que se habían desarrollado los hechos. Pero a esas alturas no estaba seguro de querer hablar más de lo necesario con él, aunque su misión más próxima era la de sacarle la mayor información posible, y para hacerlo la única forma que tenía era ganándose su confianza.

Dió un fuerte suspiro tratando de alejar esos pensamientos. Naruto parecía haber encontrado algo que preparar pues lo escuchó encender el interruptor de uno de los fogones de la estufa. Fuera lo que fuere, algo ya se estaba cociendo.

Al darle la vuelta a la tapa de la carpeta se encontró con la primera hoja del informe preliminar del asesinato de sus padres. Datos que ya conocía. La dirección de los hechos; número de balas encontradas en la escena: 0; testigos del hecho: 0; primer agente en llegar a la escena: Tuner j. Obrine; detective designado: Danzó Shimura.

Dejó la carpeta sobre la mesa y respiró hondo. Naruto desde la cocina había exhalado una sonora maldición, luego de que, al parecer, alguna fritura que estaba preparando estallara peligrosamente. Se preguntó si debía levantarse e ir a ver qué había pasado. Sin embargo, volvió los ojos a la carpeta dando vuelta a la hoja y encontrando el informe que había dejado el primero en llegar. Otra maldición llegó a su oido desde la cocina. Finalmente se levantó. Al asomarse en la cocina encontró a Naruto con la sartén en una mano y la espátula en otra. Estaba visiblemente acalorado, con las mejillas sonrojadas y la frente sudorosa.

—¿Qué haces? —preguntó Sasuke divertido de la escena

—No encontré un sartén antiadherente y pensé que si utilizaba suficiente aceite el pescado no se pegaria.

—¿Qué pescado?

—El que estaba en tu congelador. ¿Disculpa lo tenías guardado para algo especial?

—No recordaba que hubiera pescado. Pero está bien. Me alegro que hayas encontrado algo apto para el consumo.

—Igual creo que lo arruine.

Sasuke se acercó a él por su espalda para ver si era cierto que el pescado estaba arruinado. Y sí, no solo porque se hubiera pegado a la olla si no porque además, estaba demasiado tostado para el consumo. Pero era todo su culpa. Lo había dejado solo en su cocina sin siquiera decirle dónde podía encontrar las cosas. ¿Porque le había permitido hacer eso en primer lugar? Hurgar en un lugar tan privado como su cocina. Tal vez por lo impersonal que era, no solo su cocina si no todo su apartamento, ese que llamaba hogar, pero que seguía tal cual como se lo habían entregado cuando lo arrendó, con muebles y todo.

—Será mejor que pidamos algo de comer. —Naruto abrió los ojos visiblemente apenado.

—Lo siento, ando corto de dinero.

—Como has hecho tu voluntad como te ha entrado la gana, pues no tiene sentido que quieras pagar nada. Y tengo hambre, pediré para los dos. Si quieres comer de lo que pida ya es cosa tuya.

CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora