Autumn

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Las primeras hojas de los árboles comenzaron a caer y con ello el conteo regresivo había iniciado, en sólo 4 días estaría frente a frente a aquel chico que había rechazado.
Mis nervios me comenzaban a traicionar, cualquier mención de su nombre provocaba un tartamudeo, las personas más cercanas a mi sabían perfectamente lo que me pasaba y me avergonzaba al punto de evitar verlas por casi un mes, hasta el día de hoy.

— ¡Serena, el vuelo sale en 5 horas tienes todo listo! —Gritaba Miette desde la sala de estar.
— Si, tengo todo listo. —Respondí entrando a la misma habitación. — Solo es cuestión de pasar por Shauna y nos dirigimos al aeropuerto.
— ¡Te dije que le dijeras que la viéramos acá! —Reprochó tomando su enorme maleta y caminando a la salida.—Tendremos que recorrer media ciudad.
Apesar de sus reproches, seguimos el plan establecido y recogimos a la horiunda de Kanto antes de ir al aeropuerto.

Al llegar al aeropuerto pude notar varios rostros familiares, entre ellos Bonnie y Clemont. Intenté acercarme a ellos a saludar pero debido al poco tiempo y los muchos puestos de control y revisión que debíamos pasar, decidí rendirme y simplemente con un gesto saludar.

El vuelo a Kanto tenía una duración de casi 12 horas, prácticamente llegaríamos a la región durante la madrugada. Estaba acostumbrada a viajar pero no por tanto tiempo, durante las primeras horas el viaje fue tranquilo, viendo una película y platicando ocasionalmente con Shauna y Miette. A partir de la sexta hora el asiento era un tormento, por más que buscaba una posición para descansar ya fuera por el codo de Miette enterrandose en mi costado o por la cabeza de Shauna recostada en mi hombro que poco a poco lo sentía despegarse. La novena hora por fin pude dormir, las tres horas siguientes pasaron como un simple pestañeo, mi descanso no lo pude conseguir.

El ambiente en Kanto era demasiado frío a comparación de Kalos, nuestra hora de llegada fue las tres de la madrugada.

— ¡Que pésima aerolínea, no pude descansar un minuto! —Reclamaba Miette quién desde la sexta hora había permanecido roncando.
— Te dije que era mejor la clase ejecutiva, en esa subieron Bonnie y Clemont. —Respondió Shauna quién tomaba las maletas de la cinta.
— Yo las vi demasiado cómodas en el vuelo. —Comenté con una sonrisa abriendo el sobre de la carta que habíamos recibido.

Según lo escrito en aquella carta, una comitiva nos recibiría pero además de los pasajeros del vuelo, no había nadie más en aquella sala.

— Creo tendremos que rentar una habitación esta noche. —Agregué mientras continuaba buscando algún rastro de aquellos que nos recibirían.
— ¡Serena! —Dijo Miette con un tono pícaro. — Esa clase de iniciativa tienes que mostrársela a Ash ¿No crees?

De inmediato entendí su comentario y no pude evitar que mi rostro y oídos se volvieran rojos, rezando para que nadie más hubiera escuchado, pellizque el brazo de Miette quien dio un quejido y se alejo.

— ¡Es...estamos en un lugar púbico! —Respondí molesta pero a ambas chicas les importo un comino.
— Siento que Serena es de las que les gusta arañar y gritar en la escena. —Agregó Shauna dando un paso atrás para alejarse lo más posible de mi.
— ¡Alguien nos va a escuchar!
— ¿Viste eso? —Preguntó sorprendida Miette, tomando distancia como precaución.— No lo negó, eso quiere decir que si le gusta hacer eso en la cama.

Apesar que aquel comentario había sido solo escuchado por nosotras tres, no pude evitar imaginar que todos habían escuchado. Corriendo por aquellos pasillos y atravesando las salas de pasajeros, había olvidado mi cansancio para solo consentearme en cobrar venganza, hasta que una peliazul nos saludo y camino en dirección a nosotras.
Disimulando serenidad nos acercamos a ella.

— ¡Chicas, casi un año sin verlas! —Grito mientras se lanzaba contra nosotras para abrazarnos. —
— ¡Dawn! —Gritamos las tres soltando nuestra maleta para responder el abrazo.
— ¿También fuiste invitada? —Preguntó Shauna.

Dawn separándose de nosotros, se acomodo su saco que vestía.
— Yo soy la organizadora chicas, el nunca a sido bueno organizando eventos, además de que con los retadores y los conflictos entre ellos, olvido por completo las invitaciones que envió. —Sentí como mi corazón se rompía un poco al escuchar que había sido alguien más quien preparo todo pero entendí, el tenía responsabilidades.

— Ustedes son las últimas, así que partiremos de inmediato.

Tu cambiaste mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora