The Fire in My Blood [Shoto Todoroki x Male!Reader]

Capítulo #26

"Una vez más"

—¿Qué?

La expresión de Todoroki era entre confundida y molesta, como si pensara que lo estaba engañando. Su ceño fruncido me demostraba que, si era una broma, no le hacía gracia.

—Que mi don desapareció —repetí, intentando no tartamudear.

Aunque pretendía que él no lo notara, era claro que estaba asustado. Sin embargo, no sabía por qué. Antes de entrar en la U.A., casi no utilizaba mi don. Por lo que, tal vez, si jamás hubiera venido a la academia, no me afectaría perderlo. Pero, si mi vida real no era esa... Si yo no pertenecía a la U.A., entonces, ¿Por qué me preocupaba tanto la ausencia de mi don?

Me gustaba pensar que me afectaba porque, en la sociedad en la que vivíamos, nuestro don nos definía como personas, nos definía como nosotros. Sin un don, ¿Quiénes éramos? Mi mente prefería pensar que esa era la razón por la cual estaba teniendo una crisis. Que era porque sentía que mi identidad estaba en peligro, y que no fuera por cualquier otra razón...

—Pero, eso significaría que...

Sin terminar la frase, llevó ambas manos hacia sus rodillas y las cerró en un par de puños sobre ellas. Lo vi apretar los labios, mientras observaba en dirección a la mesa baja en el centro de mi habitación, como si fuera lo más interesante del lugar... "Y como si pudiera verla".

Observé su hermoso perfil, pero, en lugar de detenerme a contemplarlo como solía hacer, fruncí el ceño. Mi momento de vulnerabilidad había desaparecido, y recordé porque estaba tan enojado con él. Cuando sus ojos encontraron los míos, desvié la mirada.

—Tal vez sea la ausencia de calor, no has salido de aquí en dos días.

—No, Todoroki. —Mi cuerpo golpeó el respaldo de la cama—. Ya lo intenté.

—Energía —pronunció para sí mismo, con algo que parecía un hilo de esperanza en su voz.

Se levantó por un segundo para tomar la bandeja con comida que había traído minutos antes. Volvió a sentarse a los pies de la cama, revisando, con la vista, que la comida esté en orden.

—¿Comiste algo? —Acercó la bandeja a mí, ofreciéndomela—. Deberías...

—Quita. —La alejé con ambas manos, arriesgándome a tirar algo de ella—. No tengo hambre.

—Tienes que comer —dijo, ahora con el tono grave y neutro que tanto lo caracterizaba.

—No me molestes, idiota. —Me escondí entre las sábanas—. Vete ya.

Con violencia, me acomodé de costado, mirando en dirección a la pared y dándole la espalda. Creí que había entendido que quería que se fuera cuando el silencio se hizo presente.

—No me iré hasta que comas —advirtió, decidido—, seguro y es por eso...

—¡No es! —Aparté las telas, con enojo, pero no lo miré—. ¡¿Qué mierda quieres que te diga?!

—Bueno, pues, porque estás tan molesto conmigo.

—¿Ahora te interesa, imbécil? —Volví a cubrirme—. Déjame solo de una puta vez.

—Si te pregunto, es por algo.

Su voz ya no era neutra y profunda, como siempre, sino exigente. Demandaba una explicación.

—Vete —gruñí, intentando hacerle saber que estaba realmente enojado.

El sonido de la bandeja de comida contra la mesa baja de la habitación.