Aquel castaño no sabía lo que sentiría al llegar a esa casa, pero supuso que tendría algo que ver con la nostalgia.
Nada espectacular, quizá hubiera algún buen recuerdo. Hasta una punzada de amargura habría sido mejor que el vacío emocional que se había apoderado de él durante el largo vuelo desde Nueva York a China.
No le gustaba no sentir nada.
Le recordaba demasiado la primera vez que había contemplado la mansión de Wang Yang, aunque entonces tenía ocho años y había cerrado su corazón intencionadamente.
No había querido hacerse ilusiones, de modo que simplemente había mirado la gran casa de tres pisos y se había preguntado cuánto tardaría aquella gente en darse cuenta de que aquello era un error.
A los niños como Wang Yibo los detenían solo por acercarse a casas como aquella. Pero el desconocido que se había presentado como un pariente de su difunto padre le había pasado un brazo por encima del hombro y le había sonreído.
—Esta es tu casa, Yibo —le había dicho—. Olvida todo lo que has vivido. Ahora formas parte de mi familia.
"Mi familia"
Entonces Yibo no había entendido nada, y a pesar de los esfuerzos de Yang, tampoco había podido olvidar sus orígenes.
Permaneció unos minutos más contemplando la gran casa, pero no sentía nada. Quizá solo necesitaba dormir diez horas seguidas. Pero todavía no podía hacerlo. Con un bostezo apenas reprimido salió del auto que había alquilado y se estiró perezoso.
Al volverse hacia la fachada de la casa, detectó movimiento en una ventana del segundo piso. Kai, el "Gran Hermano", le observaba desde lo alto.
Igual que aquella primera vez, pensó Yibo, pero ahora alzó la mano en un saludo informal.
Catorce años atrás le había hecho un gesto obsceno con el dedo medio.
La cortina volvió a cerrarse y Yibo dejó escapar una breve risa. Se preguntó quién más estaría mirando.
La pequeña Zi Xuan, sin la menor duda.
Al menor indicio de problema, Zi Xuan siempre había acudido corriendo. Ella lo había delatado a su madre la primera vez que le había dado un puñetazo en la nariz a Kai... y a su padre la última. Zi Xuan había escuchado la acalorada discusión entre sus padres antes de que Yang lo llevara a vivir con ellos, y ella misma había empezado a llamarlo "el bastardo". Pero los años que compartieron luego los hizo ser algo más cercanos cosa que incómodo o más bien molesto al mayor de los hijos Wang.
Sí, habría apostado algo a que Zi Xuan estaría allí... si Kai se había molestado en decir a su hermana que él iba a ir. Su hermanastro no era precisamente un genio de la comunicación y Zi Xuan aún estaba molesta con él por haberse marchado sin decirle nada.
Cerró la puerta del auto de un golpe y según avanzaba hacia la casa reparó en que sus mandíbulas y sus músculos se tensaban mecánicamente.
El problema no era el sueño. Era que no quería estar allí. Ni en China ni en Gansu ni en el campo de caballos que supuestamente había heredado.
"Supuestamente".
Era típico de Kai manipular los hechos y a los abogados que administraban la propiedad de Yang en su propio beneficio. Yibo dejó escapar un suspiro de cansancio. En cuanto supiera qué estaba pasando con el campo y pudiera colocar el cartel de se vende en "EQUUS", se largaría de allí.
Y esta vez para siempre.
Pero no contaba con encontrarse muy pronto con su nuevo compañero. El copropietario del criadero de caballos Hequs, un alegre hombre que se sentía tan atraído por Yibo como él por el muchacho de la sonrisa más deslumbrante.
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Bienvenid@s a esta nueva historia. Ya luego publicaré el primer capítulo, esté es solo un adelanto 😊👌♥️